La yonkilata

VOLTAJE ·

Pídanse una yonkilata en su ultramarinos de confianza

Martes, 29 de noviembre 2022, 09:41

La primera persona que pronunció la palabra yonkilata es un genio. O lo era, si es que resulta que el término lleva mascándose desde hace ... décadas para que haya llegado a otras personas como yo que la reproducen, dándole más vida y más audiencia. Así me pasó con 'Marquesa de Larios', conjunción mágica acuñada por el poeta Paco Pedraza y que es un combinado de dos marcas fundamentales, la citada ginebra y la tónica de toda la vida (y no otra, ni mucho menos las azules) servida en vaso de tubo, con dos hielos, y cuyo máximo nivel de sofisticación podía alcanzarse con el gajo de un limón o con corteza para los más finos, y nada más.

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El término yonkilata, como los más avispados sabrán, hace referencia al formato de lata de cerveza de medio litro: así de simple, y de hermosa, es esta construcción. Cuatro sílabas que, pronunciadas juntas, lo someten todo a un sumun de alegrías en varios sentidos, y que se expande en varios tiempos. Lo primero es pedirla, alcanzándose en un solo segundo la algarabía del tendero de turno. Cualquier lector puede hacer la prueba en su ultramarinos de confianza: pídanse una yonkilata.

En Zoilo se rieron mucho cuando la pedí. A quien me atendió ya no se le va a olvidar nunca. Luego, abrir la yonkilata propone la recompensa de la faena bien hecha, una alegría de esperanza detonada por el chasquido que hacen las latas cuando se abren. Si el experimento lo hace un abstemio, ya sea crónico o agudo, puede regalarle la cerveza a un yonki de verdad o a un hippy, que le devolverá el donativo con otra sonrisa. No apostaría demasiado por que el experimento de compra tuviera éxito en los chinos, si es que pueden llamarse así, que es como todo el mundo los llama. El otro día, un muchacho en un estanco pidió Camel, no había, y el estanquero le mandó al chino de al lado donde, aparte de tener todas las cosas que uno puede necesitar en dos vidas, también venden tabaco. El chico, en un trance de nacionalismo de barrio, dijo que había hecho la cola en su establecimiento precisamente por no comprar en el chino y yo me sorprendí, al comprobar que todavía hay gente que no admite ni un solo día de su existencia sin su correspondiente boicot.

Nótese que yonkilata jamás puede aplicarse a la bebida energética ofrecida en latas del mismo tamaño que los adolescentes beben como si fuera cáliz de vida eterna, mientras los que los adultos pensamos en infartos de miocardio, sobredosis de taurina y ansiedad. En definitiva, en una mala noche. Pienso ahora que esta columna ha terminado llena de humo y alcohol.

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