A vueltas con la dedicación de los médicos

Lunes, 25 de agosto 2025, 02:00

Terminé la carrera de medicina en 1969. Aún no había MIR. Me quedé en la Universidad con un sueldo tan miserable que para conseguir independizarme ... llegué a acumular en algunos momentos hasta cinco trabajos distintos. El pluriempleo era la norma. Cuando años después conseguí una plaza de médico interino con dedicación exclusiva en un hospital público, mi vida cambió radicalmente. Por fin podía dedicarme a estudiar bien a los pacientes complicados, a la docencia y a la investigación, además de disfrutar de tiempo libre. Ya entonces había médicos que optaban por compatibilizar ese tiempo con la medicina privada, bien porque necesitaban dinero o bien porque, como bien decían, en su tiempo libre seguían trabajando en lo que les gustaba.

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El sistema fue injusto con ellos pues, aunque cumplieran el horario igual que un médico con dedicación, se les detraía el plus de dedicación que, sí cobraban los otros, lo que no estaba justificado salvo por una indemostrable sospecha de 'falta de dedicación'. Más un juicio moral que laboral. Pero el mundo ha cambiado. Ahora los médicos están de nuevo en pie de guerra ante el borrador que se ha conocido de un nuevo Estatuto Marco que está elaborando el Ministerio de Sanidad. Estoy jubilado hace más de una década, lo que según algunos me impediría opinar sobre los problemas de los médicos de hoy. Tal vez lleven razón y lo prudente sería hacer honor a mi condición de 'clase pasiva' como llamaban en el franquismo a los jubilados. Así que me abstendré de opinar sobre las reclamaciones de los sindicatos y colegios de médicos, la mayoría muy justificadas, para limitarme a un único punto, el de la dedicación exclusiva.

En el borrador del estatuto se propone la dedicación exclusiva para los médicos que tengan responsabilidad jerárquica en el SNS, así como durante cinco años a los MIR que sean contratados. Y a esto los sindicatos y los colegios profesionales han dicho que no. Según la ley de incompatibilidades, un funcionario no puede desempeñar otro trabajo en el sector público o privado, si este se considera incompatible con el horario y el puesto que posee como funcionario público. A todo el mundo le parece normal que el arquitecto director de un área de urbanismo del ayuntamiento tenga prohibido trabajar simultáneamente para una empresa constructora que solicita proyectos públicos. Pero los médicos no son funcionarios son estatuarios y aunque también rige para ellos la ley de incompatibilidades, parece que el rigor en su aplicación ha sido (y es) menor.

Esta laxitud con los médicos estaba justificada porque la mayoría lo que tenían por la tarde era, por lo general, consultas privadas con pequeños y muy particulares conflictos de interés. Pero ahora la mayoría de los médicos que trabajan en la medicina privada lo hacen en grandes corporaciones sanitarias que o conciertan con el SSP o claramente compiten con él. Ya lo dejó dicho el evangelista Mateo: «Nadie puede servir a dos amos: porque aborrecerá al uno y amará al otro; o se apegará al uno y despreciará al otro». Y esto es especialmente válido para los cargos directivos. Claro está que aplicar las incompatibilidades exigiría al SSP aumentar el salario de los médicos lo suficiente para que les compense ese 'salario cultural' o 'salario de autoridad' que supone trabajar para el SSP. No es sorprendente, pues, que en las últimas décadas todos los administradores de los distintos SSP hayan hecho la vista gorda.

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Bien mirado, el adjetivo de 'exclusiva' por imperativo legal es el reconocimiento de un fracaso no solo del SSP sino, también, del propio 'corpus' médico, históricamente tan ufano del carácter 'épico' de la medicina como servicio y de una moral milenaria que llamamos hipocrática. Porque, ¿cómo es posible que unos profesionales que se dicen depositarios de una profesión académica, científica y vocacional, no sean capaces de satisfacer dentro del SSP esa cacareada vocación de servicio que, si se toma en serio, solo puede ser absorbente (que no, necesariamente, exclusiva) y por tanto incompatible con el pluriempleo y la dispersión, de forma natural es decir, sin necesidad de legislación coercitiva? Pero de esto no se habla ni en el borrador del Estatuto Marco ni en las reivindicaciones de los sindicatos y de los colegios de médicos. La administración solo habla de una incompatibilidad para los cargos directivos, cuya discusión debería dar vergüenza al cuerpo médico.

Por su parte los sindicatos y colegios de médicos hablan como si fueran nostálgicos representantes de una medicina liberal, cuando la mayoría de los médicos son, si acaso, 'cognitariado', trabajadores del conocimiento por cuenta ajena, que necesitan sindicatos que defiendan sus derechos frente a la tentación siempre presente de las empresas, ya sean públicas o privadas, de maximizar sus beneficios. En todo caso a mí me sigue pareciendo menos importante la exclusividad que la dedicación. Pues si bien la compatibilidad predispone a una menor dedicación, la exclusividad no garantiza en absoluto la dedicación y el sentido de pertenencia.

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De, en fin, el orgullo de pertenencia a una institución pública que provee servicios de salud universales para toda la población y que garantiza y estandariza (o debería hacerlo) la calidad de todos los servicios sanitarios, también los privados. Y de esto no se habla. Ni los unos ni los otros. Había prometido dar mi opinión, también, sobre la exclusividad a los MIR durante los cinco primeros años de contrato en el SSP, pero el espacio de una columna no da para más así que lo dejaremos para mejor ocasión.

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