El vuelo del triunfador

Sin ir más lejos ·

Se puede ser artificiero bajo la sonrisa y hasta candidato poco prometedor, pero nunca político de promesa fácil

Domingo, 20 de enero 2019, 00:51

Los 360.000 kilómetros que Juanma Moreno se ha hecho durante los últimos cinco años eran un sacrificio necesario, aunque nunca creyó que fuera suficientes. ... Su travesía estratosférica por el desierto no tenía asegurado el aterrizaje sin complicaciones en la luna de San Telmo, esa cara inaccesible que al final ha acabado conquistando él antes que los chinos. Juanma se ha aplicado también a esa agenda asiática sin horas y no sólo ha posado todo el aparato popular en el antiguo mar de la tranquilidad socialista sino que ha convertido su salto gigantesco en el último gran paso de la historia de su partido que hoy le rinde tributo como icono por sorpresa del milagro andaluz. La despresurización del triunfador acaba de comenzar con el regreso a la realidad, ese día a día que para un presidente siempre tendrá tendencia a ver del color que le pongan sus colaboradores y los fontaneros de Ciudadanos y de Vox, cometas amigos en trayectoria permanente de colisión. El duro trabajo del candidato malagueño a pie de calle por el paisaje andaluz ha sido básicamente el de continuar la minería de desgaste del rival en la que el PP llevaba 40 años. Se ha cuidado de cometer grandes errores a medida que el contrario asumía ese trabajo. Se puede ser artificiero bajo la sonrisa, hasta candidato poco prometedor pero nunca político preso de la promesa fácil. Moreno no lo ha sido hasta ahora. En la investidura hubo más música y letra que cifras, ese equipaje diabólico pero imprescindible en campaña, una barbacoa que deja carne para la hemeroteca. En la investidura ha preferido el mantra del cambio tranquilo -«la felicidad de los andaluces»- y aceptar que los derechos de autor del éxito, si llega, se compartan. No es aconsejable dejar caer medidas de gobierno como si fueran confetis, pero para las ciudades grandes, donde los olvidos de la Junta han ido cogiendo tamaño del Guadalmedina, algunas decisiones pueden llegar en ramillete porque no son cuestión principalmente de dinero. Al 'qué hay de lo mío' de los suyos que le cubren ahora de halagos le acompaña al presidente la versión coral de esos pueblos y ciudades en los que el resto del vecindario tomó nota de soluciones para la lista de carencias. No hay capital, ciudad media, pueblo o pedanía que no esté actualizando ya su cuaderno de agravios ante los nuevos consejeros, y esperando el regreso del presidente. Moreno hará menos kilómetros, pero tendrá citas más complicadas de sortear por una Andalucía que conoce como pocos. La falta de médicos es tan prioritaria como eliminar barracones estudiantiles, pero siempre habrá quien sienta más urgentes cosas como volver a arrancar un tranvía oxidado antes que reducir listas de espera, abrir más hospitales, conectar los embalses o resolver la clamorosa falta de vivienda protegida. Moreno se calza las botas para la embarrada geografía del agravio, la misma donde reducir el paro es una tarea donde también hay sello local y a veces pasa de castaño oscuro.

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