Un viaje de galerías

VOLTAJE ·

Las galerías de arte son espacios que hacen ciudad

Martes, 22 de noviembre 2022, 09:33

El pasado fin de semana en Málaga se celebró un paseo. Ocurrió el sábado a mediodía. La Asociación de Galerías de Arte Contemporáneo, que responde ... al nombre de MAGA, propuso un itinerario por sus espacios asociados para una treintena de interesados. La primera buena noticia fue que, además de mi acompañante, no conocía a nadie. Uno sí que me sonaba de vista, pero los demás, nada. No eran, por lo tanto, los típicos que se dejan ver en las inauguraciones o en actos de determinado copete, que provocan que al final el acto de la cultura aterrice sobre personas que suelen ser casi siempre las mismas. Aquí no.

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En nuestra gira, dentro de las actividades de las terceras jornadas de puertas abiertas denominada 'Málaga Gallery Weekend', estuvimos acompañados por una historiadora de arte, Reyes Pérez Castillo, y seguimos con atención sus indicaciones. No es fácil hablar del arte abstracto, apunta un paseante. Empezamos en El Estudio que hace diez años promovió el fotógrafo Ignacio del Río, en la calle San Lorenzo que en algunas inauguraciones se ha visto inundada de visitantes atrincherados en la acera, desbordándola. Del Río explica con entusiasmo la obra de una joven gallega, Cabanes Fontao, que explora en la ecología desde la plástica y desde el plástico, y luego nos invita a ver la trastienda de su galería, donde un collage de Lorenzo Saval nos miraba fijamente. A unos metros, en otro de los espacios que hacen ciudad, la Galería JM, de Javier Marín, exponía el trabajo de Federico Miró con unos tapices que no lo son gracias a una técnica pictórica muy detallista, acaso precursora de dioptrías, donde los nazarenos se mezclan con los samuráis. La siguiente parada fue el Taller Gravura, que en Málaga es sinónimo de grabado. Expone Christian Buzon. El espacio lo llevan Paco Aguilar y Mariana Martín, que son verdaderos militantes de la causa del grabado desde hace tantas décadas, y de nuevo me quedo atrapado en su trastienda, donde está el taller, y uno podría pasarse horas allí, hasta que llegara la sed y entonces en La Casa Amarilla, que expone una individual de Eryk Pall, nos recibirían con la feliz bienvenida de la cerveza que ensancha el sentido de espacios pequeños, como este, que luego son mucho más grandes de lo que parecen. Ahora, ya hidratados, entonamos una pequeña caminata por el parque bajo los árboles de sombra hasta llegar a Isabel Hurley, que sería nuestra última parada, con obras de Cybéle Varela y Pepa Caballero que iluminan este espacio. Terminamos el paseo. Han sido casi dos horas. La ciudad está empezando a llenarse y no sabemos dónde está nuestro refugio.

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