La expectación por la feria está latiendo en el ambiente municipal, también dentro de buena parte de nosotros y ese latido idealmente se estará escuchando ... lejos porque la de Málaga, por si no se han enterado, ya adquiere el eslogan de la mejor feria del continente, del sur de Europa, y de toda ella.
Publicidad
La concejala de Fiestas ha confirmado que no prohibirán la venta del alcohol una vez terminado el horario de la feria de día. Se ha esquivado la ley seca en los ultramarinos. Me gusta mucho esa palabra, ultramarinos, que implica lo que viene de más allá del mar, y me gustan las tiendas en las que se puede encontrar casi de todo. Nuestra concejala de Fiestas ha declarado que no se puede prohibir vender alcohol a partir de las seis de la tarde porque no tendría encaje legal. No sabemos si la propuesta de ley seca era un sentir inánime en el consistorio; la concejalía de Fiestas se autoinmolaría si pretendiera prohibir el alcohol, atendiendo a un supuesto deseo de dejar la cerveza, el vino y los espirituosos a los que han sobrevivido a la feria, gente que en realidad es casi toda la que va a la feria porque ya me dirán qué gracia tiene salir de casa a mediodía con los rigores de agosto y tener que batirse en retirada a las seis de la tarde, la nueva hora torera malagueña, el momento de la supuesta muerte cuando uno de lo que verdad tiene ganas es de ir a un sitio protegido del sol y de la ausencia de compañía y continuar la fiesta, que para eso se ha salido de casa, en unas condiciones que por cierto resultan muy sacrificadas. Las últimas veces que he ido a la feria del Centro he llegado pasadas las cinco de la tarde, y me lo he pasado más o menos bien, convencido de que estaba en la feria de día, pero sin estar en ella, bailando sobre su fin, en ese instante inexacto en el que todas las identidades se resisten a la desaparición.
La feria de Málaga no puede concebirse sin Cartojal, esa es su gasolina, y hay que ser muy torpe para no haberse dado cuenta. Hay una propuesta que invita a ir al Real cuando acaba la feria del Centro: coger el autobús, el taxi o derivados, desplazarse a un secarral y dejar que la naturaleza haga su trabajo, aplastados bajo el contundente manto de la borrachera o, lo que sería peor, la resaca. Legalmente no se puede hacer. Esto es algo que podía intuirse. Varios advirtieron de su complejidad. Como puede intuirse otra complejidad que es una feria sin botellón ni desenfreno cuando uno parte a un lugar indeterminado, de día o de noche, al que se llega precisamente a eso.
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión