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La rotonda

Urtasun, no somos invisibles

Sábado, 14 de junio 2025, 02:00

Ni un gesto. Ni un guiño. Ni una declaración positiva. Ni siquiera una sonrisa, que es algo gratis. Tal como nos trata, poniendo los hechos ... en una bandeja, el resultado es que quien así actúa le tiene manía o incluso odia a quien le niega el pan y la sal. Porque eso es lo que hace con Málaga el ministro Urtasun, posiblemente una persona que no estaba preparada para el cargo de ministro de Cultura, donde está pasando sin pena ni gloria y sólo se conoce su animadversión al mundo de los toros. No nos quiere ayudar para que Málaga cuente con el auditorio que hace años, un Gobierno socialista propuso y proyectó. No apoya ninguna causa cultural importante en Málaga como Dios manda, con aportaciones económicas bastante flojas para acontecimientos como el Festival de Cine Español, o para alguno de los muchos actos culturales que se desarrollan en 'la ciudad de moda'. No ha aparecido por el Picasso, ni por el Thyssen, ni por el Pompidou, ni por el Revello de Toro, ni por el Museo del Vidrio, ni por el Centro Cultural de la Generación del 27, ni apoyado ninguna de las muchas actuaciones que a nivel privado se realizan en Málaga, palabra que parece le produce 'repelú'. Porque no es que no venga, o sólo aparezca para la foto del Festival de Cine en el Cervantes, sino que lo hace con cara de «qué hago yo aquí». No contento con semejante curriculum malacitano hace oídos sordos a todas las llamadas y escritos del alcalde Francisco de la Torre, del que nadie puede poner en duda su educada persistencia. Pero a Urtasun Málaga le suena a Casa Invisible, okupada por sus colegas, lo que busca para la España que él sueña, porque para él sí que Málaga es invisible. Para Urtasun, Málaga no sirve ni siquiera para estar en su boca para anunciar los actos del centenario de la Generación del 27, cuando aquí, en Málaga, el 27 tomó aire y se bañó de sol y mar. Aquí la Generación del 27, tan culta como divertida, lo que no es Urtasun por cierto, juntó letras, hizo música, cosió tapas de libros, encontró su revista y anudó amistades. Aquí, la Generación del 27 puso en contacto a poetas, trovadores, escritores, músicos y editores con musas, amantes y el aire de Picasso, el niño Pablo que ya se había ido pero que estuvo con ellos. Aquí está el único centro de estudios de una generación que sirvió para relanzar una España destrozada por la animadversión, el odio y la derrota en todas las guerras. Aquí, en Málaga, Urtasun no sabe si hay Alcazaba o Gibralfaro, y sólo tiene las obras de San Agustín porque ya estaban aprobadas por sus antecesores, pero ni siquiera se ha preocupado por los daños que esa actuación, necesaria y justa para Málaga, está produciendo en el histórico templo de San Agustín, pero tranquilos, que ya verán como viene corriendo, con el cariño que nos tiene, para arreglarlos. A Urtasun, Málaga le importa un pito, pero que no se preocupe, tampoco él nos gusta un pito a los malagueños...

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