Turismo y carestía de la vida
Málaga y la Costa del Sol viven una paradoja. Por un lado, atraviesan uno de los momentos de mayor esplendor turístico de su historia, con ... cifras récord de llegadas internacionales. Por otro, la carestía de la vida amenaza con minar ese éxito y, lo que es más preocupante, empieza a alimentar un discurso crítico contra el propio turismo, convertido en cabeza de turco de todos los males.
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Es cierto que la inflación, el encarecimiento de la vivienda y la subida de precios en la hostelería y los servicios generan tensiones en el día a día de los residentes. Sin embargo, atribuir exclusivamente al turismo la escalada del coste de la vida es una visión simplista y peligrosa. La realidad es más compleja: la inflación energética, la especulación inmobiliaria y la presión global sobre los mercados son factores determinantes que van más allá de la llegada de visitantes.
El riesgo está en que el relato 'antiturismo' -esgrimido con vehemencia y nula rigurosidad en redes sociales por algunos colectivos y partidos políticos de corte populista- acabe erosionando la principal industria de la provincia. Málaga no es una ciudad cualquiera: más del 15% del PIB andaluz depende directamente de la actividad turística. Demonizar al sector equivale a disparar contra la línea de flotación de miles de familias que viven del empleo en hoteles, restaurantes, comercios y servicios asociados.
Eso no significa que se deba ignorar el problema. El encarecimiento de la vivienda, especialmente en zonas costeras, requiere medidas urgentes de regulación y planificación urbanística. Pero el debate debe situarse en la búsqueda de equilibrio, no en la confrontación. Culpar al turista por la dificultad de encontrar un piso asequible en Málaga es tan injusto como culpar al cliente de un restaurante por la subida de la luz.
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El verdadero reto para la Costa del Sol es proteger su competitividad frente a otros destinos mediterráneos que ofrecen precios más bajos. Grecia, Turquía o Croacia se benefician de un coste de vida menor y ya captan a viajeros que antes elegían Andalucía. No se puede caer en la trampa de los discursos simplistas. El turismo no es el problema: es parte esencial de la solución. La clave está en aplicar políticas que garanticen vivienda asequible y servicios públicos robustos, sin renunciar a un modelo turístico que ha convertido a la Costa del Sol en referente mundial.
Hay turistas, pero menos gasto. Normal. Todo ha subido. ¿Culpa del turismo? Para nada, pero también el sector turístico debe recordar siempre el expresivo refrán del cántaro que se rompió de tanto ir a la fuente o recordar lo que le pasó a la gallina que daba huevos de oro...
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