De tiendas

Deciudad.es ·

Por las calles corre la sangre de las ciudades, la vida de sus habitantes, la materia de sus sueños. En su discurrir por el callejero, ... vida y sueños suelen ir acompañadas por un sinfín de lugares que, desde los bajos de los edificios, al paso se abren y cierran como cajas de sorpresas: las tiendas.

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De tienda en tienda, nuestro día a día es más llevadero. Las abordamos por necesidad y terminan ayudándonos a romper nuestra rutina. En lo cotidiano mitigan la soledad de muchos, hacen posible un encuentro inesperado y en invierno alumbran nuestros últimos pasos de vuelta a casa. Con cada tienda que cierra, se apaga una luz en una acera. Pero nosotros perdemos aquella ventana a otra parte que se nos abrió un día. Con cada local vacío se rompe un enganche para con otros, desaparece un enlace en nuestro mapa de bitácora.

De congreso en congreso por Europa urbanistas pensadores nos descubren las ciudades de 15 minutos: reorganización de tramas para que sus gentes puedan abastecerse en ese máximo de tiempo. Eso significa dividir la ciudad en sectores y éstos a su vez en manzanas para que toda la población pueda encontrar lo necesario en recorridos cortos. Lo que aquí siempre hemos tenido: el comercio de barrio. Y ahora que, por pandemia, peligra ¿no vamos a hacer nada para evitar perderlo?

Llevamos meses con las calles más vacías y oscuras. A pesar de la que les está cayendo, pocos tenderos hay que prefieran cerrar a seguir viviendo esclavos de su tienda. Por cada persiana echada peligran una o dos familias pero por su acera respirará más insegura la calle entera. Al menos por egoísmo urbano debemos ayudar a sobrevivir a nuestras tiendas. Habrá que legislar para ellas, y exigir que los impuestos traten de mejor manera a los que sin duda han hecho más fácil y agradable la vida de nuestros barrios.

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Cuando desembarcó la multinacional de la hamburguesa muchos vieron el final de raciones y bocadillos. No sé qué pasó en otras ciudades, en Málaga amaneció el Campero en cien variantes por bares. Hoy muchos restaurantes siguen en pie por abrir la puerta de la cocina al rider de la venta a domicilio.

Las oleadas de gripe a comienzos del siglo XX, obligaron a sustituir muros por paredes de cristal en colegios y hospitales. Algo habrá que pensar para poder comprar sano en los locales de siempre: ¿Tiendas con mercancía a la calle?, ¿terrazas-tienda?, ¿escaparates plegables?... La ciudad histórica ha sobrevivido a más de veinte siglos de plagas y enfermedades. Mientras unos huyen otra vez camino de las verdes praderas que pintara Garci, otros, más modestos y cien veces más valientes, tras sus persianas a media asta, se reinventan. ¡Qué lección de vida y urbanidad acompaña siempre al que camina por una calle muy amena en tiendas!

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