Las semanas siguientes al vuelco electoral en Andalucía no dejaron tiempo para otra cosa que para armar pactos en medio de la emoción por la ... victoria y el pánico a arruinarla. Se ve que la ayuda inestimable de los dirigentes nacionales en torno a la mesa camilla en esos días pegados al móvil apenas les dejó hueco en la agenda a PP y Ciudadanos para la tarea de fichar a algunos nuevos cargos. Ha sido de las pocas veces en que no hubo tiempo para quinielas ni los elegidos pudieron calentar por la banda. El resultado salta a la vista con algunos casos sonados, páginas memorables entre la bisoñez y la imperdonable frivolidad. Las buenas intenciones, deprisa y corriendo, no bastan cuando los errores están siendo parte del desayuno. Así como a algunos nombramientos mediáticos de Pedro Sánchez les siguieron renuncias exprés a medida que el arco de seguridad democrático pitaba por tal ingeniería fiscal o este máster de lance, en Andalucía la ITV política está dando días de gloria con un tufo contaminante que habla sin palabras. La cuestión siempre difícil no es sólo encontrar a gente capaz -la mayoría- sino también dispuesta a no ensuciar más el argumentario regenerador.
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La tarea del tándem Moreno-Marín para crear equipos está resultando un verdadero calvario porque no todo el monte de los nombrables es orégano con consenso. A veces, es órdago de principiantes por libre que no pasa el corte, con resultado de episodios chuscos sin necesidad de dar mensajes sincericidas de consejero ni aterrizar en el despacho. Los cien días de gracia rigen para las medidas de un gobierno, pero no para las meteduras de pata con episodios sonrojantes en cadena. No damos crédito al ok a ciertas personas con pasado profesional cuando menos chocante. Sólo el monotema judicial catalán y la salida de Pedro Sánchez de la Moncloa camino de alguna posible resurrección en el Gólgota electoral eclipsan el relato extravagante de las meteduras de pata en la nueva Administración. El olímpico patio de Monipodio tomado por los logreros que los partidos ahora en el poder dibujaban cuando el PSOE gobernaba está en fase de derribo, pero asoman chapuzas. Al nuevo gobierno le honra recuperar a funcionarios experimentados pero pueden más los errores garrafales. La exjefa de los servicios jurídicos de la Junta en Granada que perdió la batalla legal contra Tomás Olivo por el 'caso Nevada' tiene mucho que ver con que los andaluces tengamos que pagar ahora 168 millones de indemnización, sobre todo cuando se le rescata del bufete que asesoraba, entre otros, al constructor. El letrado que defendió al Cuco o al célebre director general de Trabajo de la cocaìna estará al frente de la Oficina Fiscal y Judicial. La realidad política no puede soportarlo todo. Cuando se viene de pelear por la verdad judicial desde el lado de la trinchera que dispara contra los intereses de todos, hay promesas de regeneración con letra del BOJA pero con música de la última gran carcajada.
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