Terral Yamal
El terral es el purgatorio que no quiso ser infierno. Calor que quema pero que no arde. Viento que se burla del mar. Pesadilla de ... día que busca refugio en la noche. Promesa de sueño con ojos entornados y ventanas abiertas.
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La presente Eurocopa está siendo el bálsamo de Fierabrás de nuestra sociedad con sobrepeso de política. El correoso discurso de la nada del balón nos tiene entretenidos a los españoles frente al televisor. No queremos conocer el detalle de las agendas públicas y ocultas de nuestra clase política que entiende que ahora es el tiempo propicio de sus grandes mudanzas. No hay mejor narcótico que un gol en los minutos de la basura de un partido. Nuestra selección nacional de fútbol ocupa todo nuestro interés. Fray Bartolomé De la Fuente ha conseguido convencernos de lo idóneo de las conquistas de su equipo. Su ambición contenida ha modulado las ansias de triunfo de unos jóvenes que quieren cobrarse el trofeo de la audacia. Un conjunto con demasiados nombres y pocos apellidos. Un equipo que se divierte donde otros corren. La alegría de la insultante juventud de sus miembros. Una esperanza que une y no enfrenta. Sin ruido, han alcanzado la final que disputarán mañana domingo, a la hora en la que el cielo alcance a Berlín. Se enfrentarán a los inventores del fútbol para robarles su secreto a base de goles y descaro.
Los partidos previos nos han revelado los contornos de gigante del fútbol del niño Lamine Yamal. Hijo de padre marroquí y madre ecuatoguineana, es español del barrio de Rocafonda en Mataró. Es el terral adolescente del fútbol. Quema, pero no hiere. Derrite, pero no licua. Introduce la temperatura en el fútbol. Un fogonazo de luz y energía. El viento que acompaña sus goles es un tratado de meteorología futbolística. Sabemos que jugar al fútbol es arriesgar la inteligencia por conocer la libertad. No hay juego sin amor por la libertad, y no hay gol sin inteligencia. El fútbol es un juego demasiado simple para personas muy inteligentes y libres. La libertad siempre necesita de la pasión para sus conquistas, por eso se entiende el fenómeno social del fútbol. En cualquier rincón del mundo donde haya un balón y un gol por imaginar, existirá un lugar para la libertad y la pasión. Para desgracia de Terral Yamal, los políticos le han querido colgar los ropajes que no le son propios. No es Luther King ni Nelson Mandela en versión futbolística. Deben dejarlo en paz.
Son tan estrechos nuestros días, que necesitamos el sueño de la noche de verano de su fútbol. El balón en sus pies romperá las reglas de nuestros sueños y nos hará real lo que todos los españoles deseamos.
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