Serrat y la música de padres

VOLTAJE ·

Su música recuerda a los viajes en coche

Martes, 28 de junio 2022, 09:17

La devoción ya podía sentirse desde el momento mismo de aparcar en los alrededores del Auditorio Municipal de Málaga, que tiene todo lo abyecto que ... se le puede pedir a un polígono industrial en los rigores del domingo por la tarde. La gente, miles de personas en este caso, aterrizaba sus cuerpos en el recinto con la emoción del silencio. Luego en el concierto la mayoría del público permaneció petrificado. Un artista tiene que echarle valor para retirarse; hace falta ser muy valiente, más que para empezar porque entonces se tiene el descaro de las primeras veces. No es el caso de Serrat, que celebra una gira por todo el mundo muy educada, para despedirse de los escenarios y supongo que también de nosotros, aunque Joan Manuel siga viviendo por muchos años. La madurez nos impulsa a hacer cosas que la juventud no entiende, y lo mismo sucede justamente al revés.

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Este domingo en Málaga, Serrat hizo historia, en el sentido más amplio y profundo del término, y por más que se prohibiera la melancolía creo que de alguna manera todos nos instalamos en algún recuerdo. Digamos que Serrat forma parte de eso tan abstracto y cursi llamado 'educación sentimental', y creo que de una forma intergeneracional, en actos familiares como los viajes en coche pero también en las fiestas con el equipo de casa, donde a todo el mundo le parecía bien que se pinchara Serrat no ya porque algunas canciones como 'Algo personal' puedan bailarse, sino también por esta devoción que comentaba al principio y porque la música en las fiestas de la época estaba limitada a los discos que tenía el anfitrión. Esto que para nosotros es una obviedad acabará formando parte de un pasado que se irá olvidando.

Todos deberíamos acordarnos de la primera vez que escuchamos 'Mediterráneo' y agradecer a Serrat su dedicación a la poesía, que hiciera lo que hizo con Machado o con Miguel Hernández, llevando los versos a otra dimensión, elevándolos como hizo con nosotros este concierto, más emocionante todavía porque era el último en nuestra ciudad, aunque también era el primero para mí, supongo que para alguno más también lo era. Estuve pensando en los viajes en el coche y en la cantidad de padres que había entre el público, aunque debería desvestir el carácter ochentero de mi generación y asumir que lo que había allí no eran padres, sino abuelos; madres de amigas que también son madres, por ejemplo, y que por lo tanto ya son abuelas para un buen número de individuos que, conforme vayamos cumpliendo años, se irá haciendo inevitablemente más grande, o más adulto, y que acabará por dominar a la generación desde la que ahora escribo, y desde donde no vamos a olvidar nunca a Serrat.

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