Sentencia que algo queda

Lunes, 30 de abril 2018, 07:53

Da la sensación que el Código Penal fuera como un edificio que en sus inicios está bien pensado: estructurado lógicamente, con espacios bien conseguidos y ... una sólida lógica. Un edificio que, con el paso del tiempo, se ha ido modificando. Un edificio que cuando se estudia, transcurridos los años, se descubre cuanto menos extraño: ha ido dando respuesta a las necesidades que fueron surgiendo pero falto de solidez en algún punto. La evolución que el Código Penal ha experimentado, frecuentemente revisado por demandas sociales, da la sensación que fue como la ventana que se abrió en un edificio, el espacio incorporado o la escalera de evacuación. Unas reformas insuficientes fruto de la falta de un pacto de Estado en materia de Justicia.

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Es cierto que las leyes avanzan en gran medida porque la sociedad se manifiesta y evoluciona su sensibilidad. Pero ante la presión social generada por la sentencia de La Manada, sorprende la inusitada rapidez con que el Gobierno central afirma que tendrá en unas semanas una propuesta de la reforma del Código Penal. Se echa de menos que alguien, representante del Poder Judicial, explique las leyes hechas de hombres para hombres, los tipos penales y cómo hay que valorar las pruebas según la Jurisprudencia del Tribunal Supremo. Quizá sería un camino largo pero más sólido social, judicial y políticamente hablando.

¿No sería más sencillo explicar qué es una sentencia firme y que las sentencias emitidas en primera instancia son recurribles, que cabe recurso de apelación ante el Tribunal Superior y casación ante el Tribunal Supremo? ¿Acaso no se cree en el Estado de Derecho cuando, de un día para otro, se plantea una reforma del Código Penal? ¿Hay que reformar a golpe de manifestación a un año de elecciones? ¿Qué habría pasado si no hubiese habido una reacción tan contundente contra la sentencia de La Manada? Mucho me temo que esta sentencia hubiese pasado desapercibida, como otras tantas.

Si el símbolo de la Justicia es una diosa con los ojos vendados, la diosa Temis, ante agresiones de estas características y otras de mayor o menor gravedad, debe quitarse la venda de los ojos para ver qué ocurre a nuestro alrededor y responder a los retos que presenta la sociedad desde las diferentes instancias con un pacto de Estado. Porque como decía León Tolstói, para vivir honradamente es necesario confundirse, luchar, equivocarse, empezar y abandonar.

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