Santos Godoy Cerdán

Santos Cerdán nos presentó la reedición del Tratado de Fontainebleau el pasado jueves. Con traje del 'Día del soltero' de China y con el oropel de una cortina de hotel, protagonizó a la perfección su papel de Manuel Godoy con toda su indignidad a cuestas. Con su firma refrendaba la amnistía, la autoinmunidad y la inmundicia de delincuentes con apariencia de napoleones de hojalata con flequillo y ensoñaciones de principados, todo para mayor gloria de un Pedro Sánchez de vacaciones en España.

Este documento contiene una peligrosa promesa de detonación de nuestro Estado de Derecho, ya que el poder ejecutivo aspira a monopolizar el resto de poderes que sustentan nuestro edificio constitucional. Tentación en la que cayeron países como Venezuela que fundó su «legalidad» en una sucesión de diferentes leyes habilitantes y multitud de decretos-leyes que las desarrollaron, con el único afán de brindar la impunidad a los políticos delincuentes. Así les va. Todas las organizaciones relacionadas con el poder judicial, sin excepción, han puesto el grito en el cielo cuando han comprobado que el sanchismo sociológico ha adoptado como propio el concepto 'lawfare' de los delincuentes secesionistas, para de esta forma participar en su particular «caza de brujas» de los togados.

Santos Godoy Cerdán se ganó la confianza de Pedro Sánchez por su labor en la recogida de avales para las primarias del PSOE de 2017. Abandonó su exitosa carrera profesional como técnico de mantenimiento para convertirse en el fontanero de una Moncloa atorada de sanchismo. Desertor del mono y del destornillador, no dudó en renegar de sus estudios de FP para ser político.

Como bien escribió C. S. Lewis : «nos reímos del honor y luego nos sorprendemos de encontrar traidores entre nosotros».