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Pedro Sánchez, esta semana en la Moncloa. Diego Radamés / Europa Press
Repaso semanal

Sánchez se hace la víctima con los jueces

Javier Recio

Málaga

Domingo, 15 de diciembre 2024, 01:00

Hay que reconocer que Pedro Sánchez es un hombre inteligente que detecta muy bien quiénes son sus enemigos, que es algo que en la vida ... es fundamental para tener siempre las espaldas cubiertas. El presidente del Gobierno sabe que su puesto sólo corre peligro por dos frentes. El primero es Carles Puigdemont, que en cualquier momento puede hacer caer al Gobierno con sus siete votos. El golpista catalán ya se la ha jugado en varias ocasiones haciéndole perder varias votaciones en el Congreso de los Diputados, lo que no deja de ser una humillación para el Gobierno. Pero tiene guardado un as bajo la manga (ese sí que juega con las cartas marcadas), porque sería catastrófico para el Gobierno que no se aprobaran los Presupuestos Generales del Estado por segundo año consecutivo y un Ejecutivo sin esas cuentas está, pero no gobierna, aunque la verdad sea dicha, a Sánchez da la impresión que le importa un pepino eso, pese a que es de vital importancia para las inversiones. Por ejemplo, el tren litoral que ahora ha prometido el ministro Óscar Puente para la Costa del Sol sería imposible que echara a andar porque no habría partidas presupuestarias para ello. Pero Sánchez no se rinde y seguro que mueve el culo como le ha dicho la portavoz de Junts para ponérselo en bandeja a este grupo catalán, que ya se quiere cobrar la factura de la investidura con un trato fiscal discriminatorio en favor de Cataluña.

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La otra vía que le puede hacer perder La Moncloa a Sánchez es la judicial. Y ahí lo tiene más difícil dominarlos, porque no se les puede comprar con unos millones vía presupuesto. El presidente del Gobierno ya ha elegido la vía Puigdemont contra parte de la judicatura, ya que públicamente va diciendo que es víctima del 'lawfare'. Suponemos que no se refiere por ejemplo a magistrados del Constitucional, como su presidente Cándido Conde Pumpido o a Juan Carlos Campo, exministro de Justicia, porque seguro que considera que éstos sí son hombres íntegros. Más bien se referirá a los que le tienen manía, a los fachas, que van a por él a través de investigaciones a sus ministros, a su mujer y a su hermano. Ya se está poniendo el parche, toda vez que los presuntos casos de corrupción siguen avanzando en los juzgados y no se ha archivado ninguno, pese a que desde el Ejecutivo se decía que eso tenía muy poco recorrido. Y la verdad es que este tipo de mensajes cala entre su entregada hinchada.

El caso que más daño le hace sin duda es el de su esposa, Begoña Gómez. Se ha filtrado que es titular o tiene autorización sobre una decena de cuentas. ¿Para qué querrá tantas? Si se aloja en un hotel la pobre no va a tener tiempo de disfrutar del mismo si tiene que aportar todos los datos en el registro como exige ahora el ministro Marlaska, que sin duda hubiera sido un magnífico director de la Stasi. Más allá del chascarrillo, el caso va ya por la supuesta ayuda que tiene de una asesora de La Moncloa, que no se sabe en función de qué le echa una mano a Gómez para sus negocios. El caso Ábalos también va in crescendo y no deja de ser un espectáculo cómo se van echando el marrón unos a otros por los trapicheos que supuestamente se han cometido en los años del Gobierno Sánchez. Que si el Delcygate con sus maletas llenas de no se sabe bien qué, que si las comisiones de las mascarillas, que si los rescates millonarios de compañías, que si los pisitos que funcionen como picaderos para los ministros, que si la vivienda que se le pone a una novia de Ábalos... Sin olvidarnos del fiscal general del Estado, que ahí sigue imputado por la filtración de un correo en el caso del fraude fiscal de la pareja de Ayuso. Quién iba a decir que el principal garante del principio de legalidad se viera envuelto en eso. Se ve que puede estar confundido al creer que el Ministerio Público viene aparejado el cargo de ministro que se ve envuelto en luchas puramente políticas.

El presidente del Gobierno sigue la vía Puigdemont al sugerir que sufre 'lawfare'. Pobrecillo

Sánchez, que es verdad que podría sacar pecho por la marcha económica del Estado, tiene sin embargo una permanente sombra de sospecha por corrupción, porque aunque intentan disimularlo el equipo de opinión sincronizada del Gobierno, Koldo era asesor del ministro Ábalos, éste era el número dos de Sánchez, García Ortiz fue nombrado por el Gobierno y Begoña Gómez, a día de hoy, sigue siendo la mujer del presidente del Gobierno. O sea, que el que presumía de tener el Gobierno más limpio de la democracia está rodeado de casos de corrupción. Por eso, lo que intenta ahora es desacreditar a los jueces, a los que acusa de estar conchabados con los populares. Si realmente piensa eso tiene en su mano interponer querellas por prevaricación a diestra y siniestra, aunque sabe que se las van a tumbar todas, como ha pasado en los recursos en los que pedía el archivo o en los que solicitaba un trato preferente para declarar. Esta vez no lo tiene tan fácil, porque sería un escándalo gobernar estando pendiente no de los decretos ley, sino de los autos de apertura de juicio oral...

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