La realidad imponible
Sin ir más lejos ·
De la Torre podría reeditar con los residuos urbanos el simil hidráulico del gasto austero en sus duchasLos tics recaudatorios del nuevo gobierno empiezan a calar como su gran certeza programática, una hoja de ruta donde arrecia la lluvia y nunca escampa. ... Cada administración pugna en el fondo por que la realidad que le toca gestionar sea sobre todo un hecho imponible en el que apenas queden rendijas. Y es que la imaginación fiscal, que no necesita de mucho dopaje no ha variado gran cosa desde los fielatos medievales hasta el momento presente, y siempre contagiosa. En el paisaje municipal de Málaga rota tanto por acción como por omisión del deber de socorro al contribuyente. La batalla para que la redundancia fiscal a lo largo del tiempo sobre una casa no castigue con la plusvalía al familiar que la hereda es de momento un rifirrafe preelectoral, el ajuste de posiciones más que de cuentas en el escenario tenso entre PP y Ciudadanos. Ninguno ignora que una vez abandonada una veta fiscal que ha resultado generosa en el tiempo, se da por perdida y eso obliga a quien tiene el poder en ese momento a resistirse. Ahorrar más siempre resulta poco lucido y deja heridas, aunque no tantas como crear nuevos impuestos. La capacidad de recaudar, como la energía, no se pierde, sólo se transforma y mira en cualquier sitio. Cuando el jeroglífico del recibo de la luz aún no ha encontrado esa piedra roseta que permita desentrañarlo a la mayoría, el Gobierno se descuelga con la suspensión de un impuesto -el de la generación eléctrica- a la espera de que el recibo frene su escalada. No parece que los 1.400 millones de caída en la recaudación por esa vía vayan a resetear un modelo enloquecido, donde el 21 por ciento de IVA a la luz aporta al Estado más cuanto más elevado es el recibo. Siempre es más fácil alta tensión en los impuestos indirectos que buscar un leve apagón en la economía sumergida. La lupa municipal para recaudar más mira ahora a las samsonites arrastradas por los miles de turistas en busca del piso alquilado por internet. Los alojamientos han crecido -más del doble en el último año- en medio del limbo legal y tributario y ahora se convierten en el centro de la diana fiscal, o eso creen desde el Ayuntamiento. Hurgar en la basura de los pisos turísticos para aumentar la recaudación es un empeño que huele mal jurídicamente y que incluso podría llevar a De la Torre a reeditar con los residuos urbanos aquel simil hidráulico de gasto austero en sus duchas para así fijar una escala propia de la basura que generan otros. En el fondo son como él porque tampoco paran de un lado a otro de la ciudad. Sin una regulación clara a la vista y con cada autonomía haciendo un sayo con la toalla de los que nos visitan se quiere sacar tajada de los pisos turísticos. Asi las cosas, una ecotasa por noche sería infinitamente más elegante que convertirnos en la ciudad del paraíso que acusa a sus turistas de ser infinitamente más sucios que sus habitantes. Sin presunción de inocencia ni libro de reclamaciones.
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