Desubicados
Es conocido que la costumbre de distribuirse a izquierda y derecha en los parlamentos, en función de la ideología de los parlamentarios, data de los ... tiempos de la Revolución Francesa. De hecho, cuando pensamos en política, una gran parte de la ciudadanía nos situamos en el eje izquierda-derecha. En el caso de los parlamentarios, suelen tener tan asumida su posición que, en ocasiones, hasta cuando hacen un curso fuera del parlamento, y asisten diputados de distintas ideologías, se sitúan automáticamente en el aula como lo harían en un hemiciclo o en una sala de comisiones.
No obstante todo lo anterior, los cambios políticos que hemos vivido en los últimos tiempos, como consecuencia de la aparición de nuevos partidos, están produciendo ciertos desajustes que dan lugar a escenas tan chocantes como la que vimos el martes pasado, en la que los diputados de un partido que se sitúa en las posiciones de la derecha más extrema de nuestro arco político, se sentaron, durante la sesión constitutiva del nuevo Congreso, en los bancos que tradicionalmente vienen ocupando los diputados y diputadas socialistas.
La escena me recordó otra que viví la pasada legislatura. Esa mañana se celebraba en la Sala Ernest Lluch la Comisión de Cultura. La sala Lluch es, después del Hemiciclo, la más grande del Congreso. Un pasillo central la divide a la manera bipartidista, y cuando sesionan las comisiones en ella, dado el tamaño de la sala y la composición de las comisiones, los diputados apenas ocupan las dos o tres primeras filas.
Aquella mañana coincidimos, al entrar en la sala, el portavoz del PP y yo, nos saludamos y nos dirigimos al pasillo central mientras hablábamos sobre los asuntos más relevantes del orden del día, que eran pacíficos, o en todo caso, que entre todos pacificaríamos, pues ese fue el espíritu de la Comisión de Cultura en la legislatura pasada. Al llegar a la altura de la primera fila, que es donde a izquierda y derecha del pasillo se sientan los portavoces del PP y del PSOE, encontramos que la fila del PP estaba vacía, sin embargo, en la que habitualmente nos sentamos los socialistas, estaba ocupada por los portavoces y algunos diputados de Unidos Podemos y Ciudadanos.
Jocosamente, el portavoz del PP me dijo: «yo que tú me preocuparía, os están ocupando el espacio a los socialistas». A lo que le respondí: «es normal, todo el mundo quiere nuestro espacio, más bien quienes deberíais preocuparos sois vosotros, porque nadie quiere el vuestro». Luego, me senté en la segunda fila, y en adelante procuré llegar el primero a la sala.
El pasado martes, cuando vi por televisión a los diputados de la extrema derecha en los bancos habituales de los socialistas me acordé de esta anécdota y pensé: ahora toda la derecha quiere ser como ese partido que no nombraré, pero que podría llamarse Ecos del Franquismo, y resulta que los de ese partido, más que desubicados en el espacio, lo que están es perdidos en el tiempo, y todavía no se han enterado de dónde se sientan los parlamentarios como ellos después de la Revolución Francesa.
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