Rafatal está de fiesta. El cineasta malagueño celebra 25 años en activo y no se plantea apagar las velas solo. En este aniversario, la tarta ... es de Kiki y pesa más de 8 kilos. Rafael Robles tiene a mucha gente que le quiere y, por si esto fuera poco, es un amor correspondido. No sé si se habrán fijado en sus entrevistas o en sus intervenciones públicas y privadas pero, en todas, sin excepción, utiliza la primera persona del plural para referirse a su trabajo: nuestra película, nuestro proyecto, nuestro premio. Esto no es por exceso de generosidad, ni por modestia falsa o verdadera, sino porque el cine es siempre un ejercicio colectivo, y todo en Rafatal es cine. Es tan cine que admite que sus películas están hechas para ser vistas en pantalla grande, y no en plataformas (con lo que a él le gusta ponerse plataformas). Sabe que toda película es una experiencia común, y que la sala de cine nos iguala. Ha editado un nuevo DVD porque es un enamorado del tacto y del olor de lo tangible, de los libros y de los discos, apasionado del cortometraje y del 'underground', dos ámbitos en los que Rafatal es una referencia desde hace más de dos décadas y hasta hoy, y por todo eso, y más, el próximo sábado organiza en el Albéniz una sesión matinal con una recopilación de sus trabajos, el adelanto de su nuevo documental, y luego una fiesta en el Contenedor Cultural de la UMA con un montón de sorpresas, a la que habría que ir, si se pudiera, al cine y a la fiesta, aunque algunos irán a la fiesta y no al cine, para acabar entre todos con los 8 kilos de Kiki: «Va a haber más tarta que en la boda de Lolita».
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En la rueda de prensa de su aniversario, Rafatal anunció que iba a firmar un barril en El Pimpi. También lo dijo en plural aunque luego fue solo su mano la que hizo el gesto. La noticia podría ser que Rafatal ya tiene su barril en El Pimpi, que es algo que solo consigue gente con talento, con poder, o con las dos cosas. Espero que su barril se coloque en un lugar relevante de la bodega aunque él, con esa picardía que le caracteriza, podría sugerir que lo colocaran al lado de los baños. De señoras, eso sí, porque Rafatal admite que ha tenido más musas que musos (que los ha habido y los habrá) y a todas las ha dirigido sin imponerse. La fiesta entonces no está en los 25 años, ni en que tenga su barril, sino en que no pare. Irá mucha gente porque cualquiera que lo haya tratado saber que, a Rafatal, conocerle es quererle.
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