Hay una incertidumbre que se cierne en algún momento entre los jóvenes profesionales y los estudiantes respecto a la decisión de irse a vivir lejos ... de su ciudad para trabajar o para formarse. Es algo que siempre ha rondado en la cabeza como una posibilidad, algo que los habitantes de territorios como el nuestro que históricamente han estado apartados de los circuitos de las grandes ciudades, y que afecta de una manera especial a las profesiones creativas. Este tema, el del exilio malagueño, ha sido uno de los principales asuntos que se han abordado en la novena edición de Telmodice, el Festival de Diseño y Cultura Visual que organiza la Escuela de Arte de San Telmo, y que acaba de clausurarse. Entre sus actividades más señaladas se encontraba la proyección de un documental de producción propia llamado 'Diseñar desde la periferia' en el que se mostraban las opiniones de diseñadores y profesionales que han logrado triunfar fuera de nuestras fronteras sin dejar de trabajar en su ciudad, con todas las amabilidades que eso conlleva. Es el caso de agencias como Narita, Brida, El Cuartel, Santa Rita, y otras tantas empresas malagueñas que han encontrado su hueco en proyectos nacionales o internacionales desde aquí. Eso no pasaba antes. La conclusión es que Málaga, en los últimos años, ha dejado de considerarse un territorio periférico para transformarse en un punto estratégico, y ahora hay muchas empresas de fuera que quieren instalarse en nuestra provincia. El auge del teletrabajo que ha motivado la pandemia ha funcionado como detonante para sacudirse el complejo de la periferia. Las ciudades como la nuestra ofrecen más calidad de vida que las grandes urbes, son más sostenibles y ya, en algunos sectores, ofrecen tantas oportunidades de trabajo como las de cualquier otro lugar.
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Eso no quita que no haya que viajar y que nos aprovechemos de lo bien comunicados que estamos. Siempre se pone como ejemplo de fracaso que Picasso «se tuvo que ir de Málaga». Pues menos mal que Picasso se fue de Málaga porque, en aquella época, de no haber sido así se habría pasado la vida tiñendo azulejos con la única aspiración de convertirse en un retratista de la burguesía local. Una de las mejores cosas que tiene Málaga es su aeropuerto internacional, que nos ofrece la posibilidad de una huida asequible. Una parte de los problemas que tenemos se producen porque hay mucha gente poco viajada. No es ni un fracaso personal ni una dolencia del sistema irse a trabajar fuera, y no hay ningún drama en largarse de aquí de manera voluntaria para ampliar miras, pero sí que podría considerarse trágico que los profesionales malagueños se vieran obligados a salir de nuestras fronteras para poder sobrevivir. Esta es la diferencia entre el crecimiento personal o profesional y el puro exilio.
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