¿Qué es lo que no has entendido?
Entre los mensajes de apoyo y comprensión con una víctima de acoso, siempre se colará alguno que la cuestione. No falla. Es ese porcentaje de ... personas que aún se resisten a entender el abuso sexual como algo estructural de la sociedad patriarcal, esos que todavía piensan que algo habrá hecho ella para provocarle o, en una retorcida forma de darle normalidad al asunto, que ella tenía que haberle puesto freno a tiempo. Como si acabar con una situación de abuso fuera tan sencillo como bloquear un contacto de whatsapp.
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Pero sorprende e indigna comprobar que sí, que por más pedagogía que se haga y por más casos dramáticos que salgan a la luz, algunos lo siguen creyendo. «¿Por qué no le bloqueó?, ¿por qué le siguió el rollo?», se preguntaba un hombre en uno de los comentarios a la noticia publicada por SUR sobre la denuncia por presunto acoso sexual contra Antonio Navarro, secretario general del PSOE en Torremolinos. Y yo le pregunto a ese señor, ¿qué hace falta para que lo entiendas?
Dejemos claro que, afortunadamente, esas reacciones son hoy la excepción, que la mayoría de los hombres y las mujeres se rebelan contra esas insinuaciones heredadas de otro tiempo en los que la culpa de todo siempre era de ella. Pero siguen existiendo. Acabar con esa idea de provocadoras instalada en el imaginario desde Eva hasta hace bien poquito en nuestra era no está siendo nada fácil ni rápido.
Es muy probable que ese hombre -y los que opinan como él- nunca haya recibido un comentario fuera de lugar sobre su ropa, una salida de tono disfrazada de halago sobre su cuerpo o un gesto de supuesto cariño que ni se ha pedido ni se quiere. No sabe lo que se siente cuando se responde con una sonrisa forzada o un cambio nervioso de tema para evitar una situación embarazosa e incómoda. Y en el entorno laboral todo se complica, porque no quieres buscarte problemas con un compañero al que tienes que ver a diario, ni resultar antipática con un cliente que necesitas para tu negocio o parecer que exageras las señales de tu superior. Y aguantas, un día tras otro, confiando en que el hecho de esquivar sus coqueteos y ceñirte a lo estrictamente laboral le hagan perder el interés y darse cuenta de que no tienes la más mínima intención de llegar a nada con él. Pero eso no sucede y te gritas a ti misma que ya basta. Te armas de valor y denuncias. Y entonces vendrá el listo de turno para decirte que por qué no lo hiciste antes y por qué lo soportaste. ¿Y tú?, ¿por qué lo sigues justificando?
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