Políticos necesarios
El alféizar ·
«P or desgracia, gran parte de la política actual parece rechazar el concepto de verdad objetiva. La gente se inventa cosas. Lo vemos en ... la propaganda de Estado, en las noticias inventadas que corren por Internet, en el desdibujamiento de los límites entre información y espectáculo, en la absoluta pérdida de pudor de los líderes políticos cuando se descubre que han mentido: insisten y mienten un poco más. Los políticos siempre han mentido, pero, normalmente, cuando se les pillaba, se mostraban contritos. Ahora siguen mintiendo».
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Con estas palabras, Barack Obama, en la conferencia que ha pronunciado en Johannesburgo, en el centenario de Nelson Mandela, advertía de la necesidad de admitir la verdad objetiva y purificar la acción política.
El noble arte de la política, se ve ensombrecido, con una cierta frecuencia, por las mezquinas aspiraciones de quien dedicado a la cosa pública, se enriquece ilegítimamente. Algo que hace un flaco favor al ejercicio político que no solo es necesario sino que además cuenta con personas de extraordinaria valía en su desempeño. No todos los políticos son iguales, como tampoco todos los médicos, curas o policías son iguales; hay políticos muy válidos. El hecho de que en el colectivo haya manzanas podridas no significa que todas sean de la misma calaña. Es injusto, innecesario y supone una mirada demasiado estrecha sobre una realidad demasiado compleja afirmar que todos son iguales en un colectivo que cuenta con personas que no evaden su lugar en el mundo.
Es cierto que para el desempeño de la función política no se exige estudios y que, si el partido de turno no lo impide y la ciudadanía lo vota, cualquiera puede asumir un cargo político. También es cierto que para el ejercicio político hace falta muchas dosis de sensatez, amor al bien común y respeto; amén de honestidad, autenticidad y claridad de ideas. Como también es verdad que la política es necesaria, los políticos son necesarios. Pero ¿qué tipo de políticos?
Asistimos a un nuevo escenario político. Precisamente por eso es necesario que un buen político reúna esa mezcla de servicialidad, inteligencia e integridad, algo tan necesario para revitalizar la política española; que sea capaz de defender los derechos de sus votantes en la selva aducida de naturaleza económica y en el escenario de la postverdad porque algunos políticos deslumbran en su comienzos y otros lo consiguen al final, serán mejores los segundos.
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