Sr. García .
Opinión

Esto no sale gratis

Carta del director ·

El bochorno de una campaña electoral llena de insultos, confrontación y expresiones soeces y vacía de ideas y el empeño en generar desconfianza en el Estado de Derecho tendrán, seguro, consecuencias imprevisibles

Manolo Castillo

Málaga

Domingo, 9 de junio 2024, 00:29

Peor imposible. La suerte para los políticos de nuestro tiempo y nuestro país es que no podemos salir corriendo y dejarlos ahí, como esos últimos ... en la barra de un bar de madrugada, enredados en sus charlas imposibles y en sus broncas. Diría que la sociedad española no se merece esto, pero alguna culpa tendremos. Digo yo.

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En esta campaña para la elecciones europeas que se celebran hoy hemos asistido a uno de los espectáculos más bochornosos jamás vistos en democracia, con un nivel de confrontación e insultos más cerca de una pelea callejera en Magaluf que del Parlamento Europeo. En este día de elecciones, en el que están llamadas a votar más de 1,2 millones de personas en la provincia de Málaga, no voy relatar uno por uno los exabruptos, pero seguro que usted, querido lector, tiene unos cuantos en su memoria reciente.

Reconozcámoslo: hay políticos y políticas que se parecen más a un ultra antes de un partido de fútbol que a un cargo electo. Y todo eso, junto con las groserías, mentiras y bulos, no nos va a salir gratis. Estoy seguro de que dentro de un tiempo, no muy lejano, empezaremos a asistir a las consecuencias de esta deriva de la acción política. No es que se hayan perdido las formas, es que se ha dilapidado el sentido de la convivencia.

Y todo ello contribuye a que las redes sociales, en especial X, sigan en esa insoportable espiral de odio y mentiras, alimentadas también, y todo hay que decirlo, por supuestos periodistas con supuesto prestigio y medios de comunicación convertidos en guerrilleros políticos pisoteando el sentido de común del periodismo. Se puede tener una línea editorial ideológica, defender incluso una posición política, pero nunca se puede ser un activista por encima de la verdad y el rigor. En esta campaña llegué a escuchar a un tertuliano político decir que «los memes en las redes sociales son de ultraderecha». Y eso es lo más anecdótico.

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Esta semana tuve la suerte de asistir a la entrega de los Premios XLSemanal, la revista dominical que se publica cada semana con SUR y otros 30 diarios del país. En esta segunda edición los galardones recayeron en el pintor Antonio López, el cardiólogo e investigador Valentín Fuster, el filántropo Paco Arango y la filósofa Adela Cortina, que particularmente me sacaron durante unos minutos del barro político de la campaña y me trasladaron a la inteligencia, el conocimiento, la belleza y el buen gusto. Me sentí apesadumbrado cuando, inconscientemente, los comparaba con los mitineros de estos días.

Adela Cortina habló en su pequeño discurso sobre el pensamiento y sobre las terroríficas consecuencias de aquellos que lo usan sólo para maquinar en su propio beneficio. Y recientemente, preguntada por los políticos de hoy, señaló: «Hay una decadencia total. En España se ha ido produciendo un proceso de desgaste, no tanto de la sociedad civil como de los políticos. En las encuestas aparecen a menudo como primer problema, antes que el paro. Hay una enorme desafección. La gente tiene la sensación de que a los políticos no les preocupa el bien común, sino su propio bien y seguir en el poder. Se ha producido un deterioro enorme. En una charla dije que me preocupaba tanto la corrupción como la incompetencia y hubo una salva de aplausos porque efectivamente hay muchísima incompetencia».

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Y aquí debería terminar este artículo de hoy, porque no se puede resumir mejor. Hay poco que añadir, pero prefiero insistir en la idea de que todo esto tendrá unas consecuencias futuras que, sin duda, afectarán a nuestra forma de vivir. Cuanto más vacía esté la esfera de pensamiento, de ideas o de conocimiento más fácil será que esos espacios sean usurpados por el populismo, el autoritarismo e, incluso, por la propia inteligencia artificial.

Hace tiempo que en el debate político se ignoran los principios mínimos de respeto y educación, como si fuera imposible desarrollar empatía hacia quienes piensan de forma diferente. Y esa deshumanización, hasta el punto de olvidar que ninguna idea justifica la violencia, supone un caldo de cultivo que resulta peligrosísimo. No es un problema que arrastre únicamente España. Se trata de una crisis diría que global, como casi todo en esta era hiperconectada. Y ya estamos sufriendo las primeras consecuencias, como hemos visto con el intento de asesinato del primer ministro eslovaco, Robert Fico, o con la agresión a la primera ministra danesa, Mette Frederiksen.

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Como recuerda Cortina que decía el filósofo Max Horkheimer, «hay pesimista teórico y optimista práctico». No todo está perdido, pero para ello la sociedad civil debería poner límites a esta forma de confrontar, de dividir, de enemistar o de polarizar. El voto que se ejerce hoy es la máxima expresión de la democracia. Solo cabe esperar que no lo manoseen y luego nos lo arrojen a la cara. Sea cual sea.

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