Perdona

Una de las indicaciones de libro que se ofrece para salvar una crisis institucional es pedir perdón. Se trataría de hacer público el reconocimiento de ... los errores para, a renglón seguido, ofrecer un sincero deseo de mejora y, si es el caso, poner en manos de la Justicia el asunto. Ese es el vademécum, en líneas generales, para salvar determinadas situaciones de crisis o en su defecto lavar la imagen personal o institucional. En estos días se han multiplicado las peticiones de perdón, con mayor o menor sinceridad, por parte de personas, instituciones o colectivos. Declaraciones de perdón que han pasado desde el creador de Facebook a ETA.

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El presidente ejecutivo y creador de la red social Facebook, Mark Zuckerberg, ha pedido perdón por la filtración de millones de datos de los usuarios; el presidente del Málaga C. F., el jeque Al-Thani, y la plantilla han pedido perdón por el descenso del Málaga a Segunda; tras seis décadas de violencia la banda terrorista ETA ha pedido perdón y reconoce su responsabilidad directa en la actividad violenta; los obispos vascos y navarros junto al prelado de Bayona (Francia) también han pedido perdón por sus complicidades y ambigüedades frente a la violencia...

Podríamos seguir con la lista de personas o personalidades que han pedido perdón; algo que se echa de menos, dicho sea de paso, en la clase política.

Ciertamente frente a la petición de perdón de alguien la respuesta suele ser de cierta benevolencia por parte de quien escucha o de la opinión pública. Pero cuando alguien pide perdón, salvo cuando perdona a sus enemigos, algo sublime y genuinamente humano, suele obedecer a un pretendido borrón y cuenta nueva. Algo que se puede aceptar, pero siempre que se tenga en cuenta el daño causado para buscar la reparación de las víctimas. Sin esta condición es difícil poder restablecer las heridas del daño causado. Y alcanzar un perdón que pudiésemos calificar de completo. Por eso es tan importante que todas las víctimas de la guerra civil española sean restauradas en su dignidad y memoria; que las víctimas de abusos sexuales sean escuchadas y apoyadas; que todos los que de una u otra manera han sido víctimas de los errores humanos sean curados. Porque el verdadero perdón nace de la paz interior y social; del respeto a la dignidad humana y de la reflexión honesta sobre la paz como camino de progreso humano y espiritual.

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