Lo más cansado de los indultos está siendo la matraca moral del Gobierno. María Jesús Montero se aparece entre humo de quemar ramitas de romero ... a decir que hay gente que tiene problemas para perdonar. La oposición a los indultos se explica mediante el retrato de un ciudadano incapaz de la más elemental reconciliación, un tipo adscrito a la revancha, el odio, el castigo y a otros valores invertidos, esto es un discapacitado emocional y, por supuesto, un facha.

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Habitamos un reino bíblico y pédrico en el que Sánchez siempre pone la otra mejilla de España, que es la de usted y la mía. Como no pedían perdón los indultados, pidió perdón Sánchez y usted también. Yo de lo de Cataluña no tengo ninguna culpa y poco tengo que perdonar pues no guardo nada personal en contra de, pongamos, Oriol Junqueras que es padre de dos hijos de la edad de los míos a los que no puede leer un cuento por la noche. En todo caso, lo que yo tenga personalmente en favor de Junqueras no puede ser medida de nada como tampoco puede serlo lo que tenga en su contra. Otegi dijo una vez que la voluntad y los sentimientos de un pueblo estaban por encima de la Ley y afortunadamente se equivocó, pues de haber sido así, lo hubieran colgado por los pies del techo de una gasolinera.

Pero no creo que haya un deseo de perdonar en el indulto al igual que no creo que exista venganza en el cumplimiento de las penas de los demás presos. ¿O es que debemos perdonar al tipo que ha subvertido el orden constitucional, pero no al que robó una motillo cuando estaba con el mono de caballo?

La única regla de conducción de un país es el Estado de Derecho que incluye maneras de excarcelar a alguien de la trena según la conveniencia de cada cual. Sánchez tenía que sacar a Junqueras de la cárcel como fuera para apañar la legislatura, y está en su derecho, otra cosa es que nos meta en el ajo a los demás. El Gobierno se mete en tu cocina, en tu coche, en tu lavadora, en tu cama y en tu conciencia. Hablas mal, conduces el coche equivocado, planchas a deshoras, comes demasiada carne, haces mal el amor y ahora tampoco sabes perdonar.

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