El pasado jueves tuvimos una discusión (amistosa) entre el grupo de amigos que todos los viernes vamos a comer al centro de Málaga. La verdad ... es que tenemos gustos muy variados y siempre es complicado que nos pongamos de acuerdo para quedar en un sitio determinado. El grupo de whatsapp es un hervidero los días previos a la salida. Mi amigo Manolo, que siempre es el primero en romper el hielo, quería ir primero a la taberna 'La mar de buena', que lleva Mario Ruiz, a comer un marisquito al peso y después al bar 'Atarazanas' del mercado central, donde Víctor y su hermano Iván ofrecen a diario una amplia variedad de pescado frito.
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A parte del grupo de colegas le apetecía comer algo de carne y allí no la sirven. Jorge planteó ir a 'Casa Lola', donde además de freír muy bien el pescado también se pueden pedir unos montaditos de lomo muy buenos, aunque también puso sobre la mesa darnos una vuelta por 'El Trillo', pues tenía ganas de comerse unas croquetas de bacalao, que allí las bordan. Ya metidos en faena, Juan, otro de los miembros del grupo, sugirió ir a un sitio similar, 'Lo Güeno', pues llevaba ya mucho tiempo sin comerse uno de sus tradicionales albondigones, aunque no le pareció mal ir de un sitio a otro en plan de tapeo. Fue entonces cuando el guiri del grupo irrumpió e hizo un planteamiento radicalmente opuesto, porque para Fabrice el primer mandamiento es comer sentado en una mesa y no en una barra.
El holandés errante sorprendió cuando dio un amplio abanico de lugares con su especialidad. Con su español afrancesado planteó pescado en 'Los Mellizos'; chivo, en el 'Mesón Santiago'; cordero, en el 'Mesón Antonio', o un gazpachuelo en 'Los Hidalgos'. «Coño con el guiri, se las sabe todas...», me mandó por privado uno del grupo. Bori es un enamorado de los callos y por eso casi siempre pide ir al 'Barbaresi' a tomar este plato, sin duda uno de los mejores de Málaga, que prepara paradójicamente una argentina, Laura, propietaria del bar junto a su marido Leo. Al citarlo, Fernando, el veterano del grupo, apuntó que tampoco estaría mal ir allí y después cruzar la acera para comer en el 'Mesón Ibérico', ya que es un apasionado de los flamenquines que ponen y del solomillo en salsa de champiñones, aunque su bar favorito es 'El Maestro', pero está en El Palo, su zona de residencia.
Ya puestos, dijo Fran, que completa la terna de funcionarios de la Junta del grupo junto a Fernando y Bori, escribió que le apetecía ir al 'Noray', que está a su vez enfrente del Ibérico a tomarse un marisquito. Salva, que es como el Guadiana porque aparece y desaparece de la comida de los viernes por motivos laborales, se mostró partidario de la propuesta planteada por el guiri, que también secundó Emile, otro holandés que ha decidido vivir en Torremolinos teletrabajando. Abraham, quizá el más sibarita del grupo, quería ir a tomar unas ostras en 'La Medusa' y después terminar en la misma calle Santa María, en la taberna 'Málaga', donde hay un embutido fantástico, entre otras cosas. Para terminar de enmarañar todo, mi opción era ir al 'Refectorium' que está situado junto a la Catedral para comernos una ensaladilla rusa, pues he de reconocer que soy un adicto a la misma y unos bocadillitos de solomillo con pimientos, que allí lo bordan. «¡Como en 'El Pimpi' o las ligeritas del 'Orellana'!,» me contestó mi cuñado Jorge en el citado grupo de whatsapp que en esos momentos recogía nada menos que una veintena de sitios para comer en el centro de Málaga.
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En una discusión amistosa sobre dónde ir a comer al centro salieron una veintena de bares y restaurantes... todos de comida local
Como no nos poníamos de acuerdo decidimos que cada viernes se irá donde proponga un miembro del grupo, pues sólo hay consenso para el postre: café y palmera de chocolate, glaseada y caña de chocolate en 'La Canasta' de Atarazanas, paso previo para ir después a tomar una copa en 'La Fábrica', convertido ya en templo para el 'chicoleo'.
Esta discusión gastronómica me hizo reflexionar sobre el mantra que lanzan los turismófobos sobre el centro de la ciudad, al que tildan de parque temático sin alma ni esencia malagueña. Y me hice una pregunta: ¿Ha perdido Málaga su identidad gastronómica? Visto lo visto lo tengo claro, porque esa retahíla de bares y restaurantes no son precisamente franquicias de hamburguesas americanas. No sé qué pensará usted…
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(Postdata para los curiosos: el viernes fuimos al mercado, como planteó el primero que le tocaba decidir, Manolo).
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