Por ahora

Palomitas envenenadas

Domingo, 8 de diciembre 2024, 00:02

EEn tanto el 'ballet nacional' de la escandalosa revelación de presunta corrupción, control de la población e incremento indefinido de impuestos, sigue en el escenario, ... Sánchez hace planes de continuidad y hasta los arroja al aire con descaro y sin pudor. Ir al cine a distraerse y ver lo que pasa, cómo se desarrolla la trama y dejarnos sorprender por guionista y director es un ejercicio de asueto y sin consecuencias. Observar la vida, lo que realmente hay, lo que ocurre y pensar a dónde nos lleva es harina de otro costal. Quizá en la vida real hay momentos más banales o lejanos y de trascendencia menor, pero, créanlo, no es esto, España se la está jugando, y de qué manera.

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Definitivamente hay que despejar las dudas, al frente del Gobierno, con un poder hiperdimensionado, hay un reyezuelo creciente, ávido de más campo de dominio y sin ningún escrúpulos. La ineficacia gubernamental, el empobrecimiento de la gente, la subida generalizada de impuestos, aún sin frenos, la política internacional desconcertante –miren la carta personalísima de Marruecos entregando el Sahara, las relaciones con Venezuela, la pelea de barrio con Argentina, con consecuencias, o la cuasirruptura con Israel–, la búsqueda incesante de huecos en la Constitución para transitar por vías contrarias, el cupo catalán, la entrega de la competencia de fronteras a policías autonómicas, la broma de la cogobernanza o la federalización de España, sin papeles que lo justifiquen y por narices. Y miren la corrupción, el cerco judicial y la falta de explicaciones.

Todo indica una huida hacia adelante con cierto éxito. Lo acontecimientos requieren de un especial esfuerzo, Sánchez no ganó las elecciones, pero quería gobernar y pactó a precios altísimos –impagables– el tícket de su continuidad y permanencia. Es la carrera de un solo hombre, su éxito personal, «pasar a la historia», dar curso a su ilimitada vanidad… Nada de ello tiene que ver con el bien común ni con el interés general y, menos, habiéndose roto claramente la burbuja que le pudiera hacer creer que el pueblo está con él, ya sabe que no. Comprar voluntades, hacerse con todas las instituciones del estado, tomarla con las noticias falsas –él, precisamente, al frente de la mayor maquinaria de relatos falsos de la historia– y someter a todos a su capricho, es el resumen de una deriva autoritaria que circula ascendente para el pánico de todos.

Es hora de reaccionar, ésta no es una situación ordinaria de gobierno-oposición, de unos son socialistas y otros no, estamos en espacio de emergencia política nacional y es hora de crear conciencia en los ciudadanos de la gravedad de lo que ocurre. Democracia es la ley, dentro de ella, hay que ir a por todas.

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