¿Quién paga esta fiesta?

Carta del director ·

Manuel Castillo

Málaga

Domingo, 31 de marzo 2019, 10:18

Uno tiene desde hace meses una inquietante sensación de déjà vu que no deja de traerme a la mente a Pedro Solbes negando más de ... tres veces la crisis; al Gobierno hablando de decrecimiento positivo; las vallas publicitarias del Plan E; a la ministra Leire Pajín hablando de acontecimientos planetarios, y al presidente Zapatero pensando aquello de «crisis? what crisis?».

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Pues sí, no hay semana que uno no escuche advertencias de analistas, banqueros, inversores, profesores o empresarios sobre la nueva crisis que empieza a asomarse por nuestras ventanas. Pero parece que no nos gustan esas noticias y huimos de ellas como de los males de ojos; malajes de la economía que quieren aguarnos este nuevo festín económico. Vuelven las grúas, las promociones, las viviendas, las inversiones domésticas, las hipotecas del cien por cien, las alegrías carpe diem. Estamos que nos salimos y que no venga nadie a decirnos que esto no es real. Tan real como la vida misma, como el límite de 3.000 pavos de la primera Visa, y de la segunda. Esto sí es vida.

Y si alguien lo duda, que ponga la televisión los viernes al mediodía y escuche las comparecencias de las ministras tras el consejo de ministras y ministros. ¡Los viernes sociales! Quién puede estar en contra de una renta mínima, de un subsidio para desempleados mayores de 52 años, de la cotización de cuidadoras no profesionales de dependientes, de las oposiciones para el empleo público, de aumentar el permiso de paternidad hasta las 16 semanas. ¿Quién puede negarse a este atracón de Estado de Bienestar?

Ahora bien, si atendemos a los mensajes que alertan de una nueva crisis, si pensamos en el 14% de paro, en el hecho de que España es el país de Europa con mayor déficit (2,7 por ciento) y que la deuda pública roza el cien por cien del PIB, podemos llegar a la conclusión de que hay una pregunta sin responder: ¿quién paga esta fiesta?

Politizar este debate sería hacernos trampas al solitario y, lo que es peor, cerrar los ojos a la realidad. Da igual qué partido está en el Gobierno, aunque la verdad es que se están repitiendo muchos de los errores de la etapa Zapatero, la peor de la historia reciente para la economía española. Y para los que necesiten política en vena, tranquilos, el Partido Popular que sustituyó al PSOE de Zapatero reflotó la economía y evitó la intervención de España, pero estaba de corrupción hasta las cejas. Y así todos contentos.

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No hay que ser Nobel de Economía ni siquiera doctor por la London Business School para saber que las decisiones de Pedro Sánchez (al margen de los casi tres mil millones de los viernes sociales) están llevando a España a un estado de hipertensión económica peligrosísima. Cree Pedro Sánchez que con decir que aplicará una renta mínima y que subirá los impuestos a los ricos (lo de ricos es un perverso eufemismo de clase media trabajadora) está todo solucionado, sin darse cuenta de que después de tanta sobredosis no habrá país que aguante un resacón tan descomunal.

Y del futuro de las pensiones hablamos otro día, que estamos en precampaña electoral. ¡Viva el 28A!

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