El outfit no hace al cura
Cuidado con las apariencias que pueden engañar para bien o para mal. Hace días una señora de largo recorrido en parroquia me dijo textualmente: «No ... pareces cura, contigo no me confesaría». Pues muy bien, que busque a otro que le dé más devoción y que tenga cuidado vaya que le diga que tiene un pie en el infierno. Desconozco el motivo de fondo para esa declaración de intenciones; intuyo que pudo influir que estábamos de limpieza en la parroquia y llevaba bambas rojas, camiseta negra, pantalón negro de cargo amén de una cruz de madera colgada al cuello y collar hecho con ojos de tigre. Entiendo que tenga dónde elegir sacerdote para confesarse, pero, tristemente, sorprendió que esa fuera su carta de presentación que también salpicó a otro sacerdote con el que, según ella, tampoco se confesaría. Me dolió porque si después de tantos años en la parroquia alguien espeta algo así, aparte de mala educación es falta de respeto; máxime cuando éste asume cargos de responsabilidad diocesana. ¿Hay que quitar las parroquias al sacerdote que, según el criterio de algunos, no lo parece? ¿Qué significa parecer cura, ir con traje talar o alzacuellos? ¿Supone hablar elevando la expresión al cielo? El papa Francisco dijo que en la Iglesia cabemos todos, todos, todos. Y sé que ella también. Pero, ¿qué se hace en ese estricto momento? Entiendo que haya quien se deje llevar por las apariencias en una u otra dirección, pero en cristianos de largo recorrido genera sensación de impotencia, porque si eso hacen con un ministro ordenado, ¿qué no harán con el resto? Menos mal que existe gente bonita y limpia que camina por la vida sin prejuicios, especialmente niños, jóvenes o ancianos que saben ir más allá de un outfit, porque el outfit no hace al cura.
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