ILUSTRACIÓN: J. A. A.

LOS NIÑOS, AL COLE YA

EL FOCO ·

Ahora mismo, por ejemplo, podemos ver a madres y padres tratando de teletrabajar mientras los niños se conectan a dispositivos móviles para ver qué deberes tienen

Ahora mismo, un día laborable cualquiera, nos podemos encontrar a niños en esta ciudad que están con sus padres en un chiringuito en la playa, ... por ejemplo. Montando en patinete por los paseos marítimos, con las mascarillas puestas. Los adolescentes se echaron a la calle en cuanto pudieron y se les ve de tertulias improvisadas por toda la ciudad. Pero no pueden ir al colegio ni a los institutos.

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Ahora mismo, por ejemplo, en una mañana cualquiera de un día laboral, podemos ver a madres y padres tratando de teletrabajar mientras los niños se conectan a dispositivos móviles para ver qué deberes tienen. Si son pequeños, los progenitores se ven obligados a hacer de ayudantes de manualidades varias y algunos tratan de colaborar en la resolución de los problemas que les llegan por correo electrónico. Eso, en el mejor de los casos.

Durante la época más dura de la crisis económica, hizo fortuna un tipo de reportaje un poco lacrimógeno, que hacía categoría de la anécdota y trataba de emular a los más grandes del periodismo narrativo. En el caso que nos ocupa, podría empezar así: «Antonio es hijo único. Sus padres están separados.Él está a cargo de su madre, cajera en un supermercado. No ha dejado de trabajar desde que se decretara el estado de alarma. Antonio, con el bigotillo incipiente, el humor de un adolescente contrariado, se queda solo en casa. No se suele levantar hasta las dos de la tarde porque se queda pasada la medianoche jugando a la consola. Las notas en los dos primeros trimestres flaquearon. Era un candidato perfecto a engrosar las listas del fracaso escolar. En enero, su madre decidió pagarle unas clases de refuerzo. Ahora no tiene ni colegio, ni disciplina, ni refuerzo. Y, en el país con mayor fracaso escolar de Europa, su caso, y el de miles, le da igual al Gobierno, pese a que Pedro Sánchez hizo gala de lo que le importaban los niños nombrando a Pablo Iglesias vicepresidente de Infancia».

Sabemos de profesores que han hecho dejación de funciones. Todos van a cobrar lo mismo a fin de mes

Según fuentes de la Consejería de Educación de la Junta, un porcentaje nada desdeñable de niños no han hecho nada desde que se quedaron en casa. No se conectan, los profesores no saben nada de ellos. Por otra parte, en la profesión docente tenemos ejemplos encomiables de profesores que se han digitalizado a tortas, que están trabajando más horas que nunca, que responden a mensajes con cariño y preocupación. Se han comprado de su bolsillo recursos para grabar vídeos caseros, se han ocupado de peinar la red buscando los mejores apoyos para dar clases virtuales, pero también los hay que se han encogido de hombros: Creo que, al igual que todos conocemos a los que se están dejando la piel, también sabemos de profesores que han hecho dejación de funciones. Todos van a cobrar lo mismo a fin de mes, de ahí el mérito aun mayor de los que se lo han tomado con responsabilidad, una actitud bastante generalizada.

Estos días salía a la luz el informe del Proyecto de Innovación Atlántida que, con diez grupos de investigación, ha recogido la opinión y experiencia de 5.900 familias y docentes de toda España. Hay conclusiones devastadoras: el 30% de los alumnos no ha podido seguir sus clases 'on line': «La pérdida de aprendizaje ha podido ser severa». Esto se une a la brecha educativa del verano, estudiada mucho en EE UU, y que estima que las clases más desfavorecidas llegan a septiembre en mucha peor forma académica que los que han podido apuntar a sus hijos a métodos de refuerzo educativo, campamentos, visitas culturales, etc. Es fácil deducir, pues, que podemos estar hablando de cinco meses perdidos para muchos niños. ¿Le preocupa esto a alguien? En Reino Unido, por ejemplo, ya hay debate sobre si el Gobierno debería poner en marcha un programa nacional de refuerzo, mediante tutores, clases especiales, etc. ¿Aquí? No, no busquen en titulares ni en el Congreso.

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Es verdad que esto nos lleva a una segunda derivada del debate educativo en España: la representatividad de los colectivos que hablan en nombre de padres o de profesores. Cualquier gestor educativo sabe que hay sindicatos de estudiantes con portavoces que peinan canas, padres sin hijos ya en edad escolar y docentes liberados que no han pisado las aulas en años. ¿De quién es la culpa? Pues de todos nosotros por no querer participar en esos órganos, desde las Ampas de los colegios a las confederaciones. Hablan en nuestro nombre. Y, en el caso de Andalucía, hay muchas Ampas que han manifestado que no quieren que sus hijos pisen los colegios en este curso escolar. No sabemos lo que opinan sobre los bares.

¿Qué ha hecho Reino Unido? Pues en un plan muy criticado por sindicatos de profesores y por algunos padres, ha abierto los colegios a los que quieran acudir de manera voluntaria y poniendo especial énfasis en los más vulnerables, en los hijos del personal sanitario y en los que tienen necesidades educativas especiales. A este paso, España va a ser el último país de Europa en tener un plan detallado para ver qué se hace, en línea con nuestros récords de fracaso académico.

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Mientras, los ultradefensores de lo público ven cómo las familias que se lo pueden permitir pagan métodos de matemáticas 'on line', clases particulares por Skype y ya tendrán listos sus planes de contingencia de este verano. Pero, si la desigualdad social crece, siempre se le podrá echar la culpa al Ibex, a las multinacionales y al neoliberalismo feroz. Recuerden que tenemos un vicepresidente dedicado a la Infancia. Y un presidente que participó en una carrera con Malasmadres para decir que pondría todo su empeño en la conciliación.

Otros niños habrán tenido la suerte de compartir más horas de conversación con sus padres. Les habremos enseñado la diferencia entre opiniones y hechos. Que una cosa es predicar y otra dar trigo. Que te preocupen los niños y estar alimentando un gigantesco fracaso educativo.

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Nos vemos en los bares y no en los coles.

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