El extranjero

El niño cantor

Domingo, 24 de noviembre 2024, 01:00

Sentado modosamente en el banquillo, Víctor de Aldama cantó como un niño de san Ildefonso anticipado. Su melodía fue extraña. Extraña porque mientras a unos ... los llenaba de emoción, a otros les repugnaba. Las emociones del PP y del PSOE eran realmente contradictorias. Los populares celebraban el canto y le daban completa verosimilitud a la letra de la copla. Los socialistas renegaban del individuo que pasó, como suele ocurrir, a ser «ese señor», «ese personaje», ya con el apellido borrado para marcar la distancia sideral que los separa de él.

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El ventilador, el tirón de la manta. Ahora, más allá de la sórdida euforia de la derecha o del nerviosismo socialista, toca ver qué hay bajo la manta. En función de esa revelación judicial vendrán las consecuencias políticas. Solo entonces. Por mucho entusiasmo que desde el PP y desde Vox le pongan a embestir la puerta del palacio de la Moncloa con el ariete Aldama, de momento ese ariete es gaseoso y solo tiene la consistencia de la especulación. Donde sí parece tener una solidez contundente es en lo que toca a José Luis Ábalos y al inefable Koldo. La UCO avala el canto gregoriano de Aldama en este caso.

Ábalos era, dicho está hasta la saciedad, ministro, secretario de organización y, de postre, hooligan sanchista. Solo que desde el PSOE Ábalos es material saldado. No es de los suyos. Y nunca lo ha sido. Eso es lo que ahora nos transmiten. No solo eso. El partido fue ejemplar. A la menor sospecha lo pusieron en la calle. El problema es que José Luis Ábalos no lo ve exactamente así. No entiende que a Begoña Gómez le estén dando el mismo trato que a él. A la mujer del presidente se la defiende con uñas y dientes ministeriales y se tacha de maniobra de la fachosfera su investigación por parte de un juez medio podrido. Herido Ábalos, descalabrado el gigantón Koldo y lanceado «ese señor», «ese personaje», «el delincuente» Aldama. La pus que brota de esas heridas es alimento para la derecha. Penosa dieta. Pero ese elemento nutritivo, recordémoslo, es el que llevó a Pedro Sánchez a la presidencia del Gobierno, con Ábalos como paladín defensor de la pulcritud democrática. En la manga llevaba el blasón de su señor Sánchez. Ahora lleva un crespón de luto. Al final, tristemente, hay que deducir que la corrupción es la espinaca de Popeye para el partido contrario. Sea el que sea. No es un panorama muy ilusionante. Los programas políticos quedan supeditados a la carcoma y a la corruptibilidad de quienes los confeccionan y manejan. De modo que el futuro político depende de saber si el cántico de Aldama es puro desahogo o tiene la base documental de una partitura.

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