Siempre me ha parecido llamativas las circunstancias en las que se detonó que los museos Ruso y Pompidou recalaran en Málaga, y es una situación ... que define la manera de hacer de nuestro alcalde: en el descanso de un partido de fútbol, en una conversación informal con un embajador francés, se habló de traer a Málaga sedes de museos internacionales. Al principio, pensando a lo grande, en el punto de mira estaban Louvre y el Hermitage. Luego la realidad hizo aterrizar ese sueño, y fueron el Pompidou en el Puerto y el de San Petersburgo en el edificio de Tabacalera. Nada mal. Luego, en un interés obsesivo, vino el Thyssen, la voluntad de que el Museo de Málaga acogiera fondos de El Prado, y descubrimos que la ciudad se iba a convertir a fuerza de años y de millones en una especie de embajada del mundo, un 'museo de museos' más cerca de Abu Dabi que de París, un proyecto magno que ha provocado la inusitada realidad expositiva de esta ciudad, en la que es posible apreciar arte de casi todas las etapas de la historia, desde los fenicios hasta la actualidad. Es una buena noticia, pero este proceso de internacionalización no atañe tanto a la cultura como a la oferta cultural, que es diferente, por no hablar del ligero aroma a 'Bienvenido, Míster Marshall' que lo inunda todo.
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Ahora Málaga, que se está beneficiando del caos catalán y funciona como 'plan b' de las inversiones en Barcelona, recibe de buena gana este capricho del destino: hay que encontrarle un sitio en España al Hermitage y ya ha habido algunas conversaciones, a sabiendas de la inquebrantable generosidad que tiene Málaga con las marcas extranjeras. También hay interés de otras ciudades. En el proyecto barcelonés, la inversión rondaba los 52 millones de euros. Sorprende que aquí se ofrezcan los terrenos de San Andrés, al lado de donde en principio va a situarse el famoso Auditorio de Málaga, pero es posible que quepan los dos.
Sólo en prorrogar el Pompidou hasta 2025 y el Ruso hasta 2035 se han invertido 14 millones de euros, y así tendremos que seguir apoquinando durante años tasas y cánones si no queremos que estos 'pop-up' se marchen dejando un vacío de difícil sustitución. Pero es que ni siquiera ha dado tiempo a evaluar la presencia de estas sucursales museísticas o el impacto que ha tenido en nuestras vidas, o la excelente programación cultural que ha estado diseñando en los últimos años. Hace bien la concejala de Cultura del Ayuntamiento, de Ciudadanos, ese partido que es una fiesta, pidiendo algo de prudencia y poniendo de manifiesto otras necesidades que tiene la ciudad y que deberían ser prioritarias. Quizá habría que replantearse la estrategia, mejorar el patrimonio de la ciudad e invertir en proyectos culturales que no dependan de más voluntad que de la nuestra.
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