Monseñor Catalá
El anuncio de que en septiembre monseñor Jesús Catalá pasará a ser obispo emérito de Málaga, no por esperado tras su obligada renuncia al cumplir ... los 75 años de edad y, sobre todo, tras su durísima crisis de salud del pasado mes, cuando incluso se llegó a temer por su vida, produce cierta desazón entre los que hemos tenido la suerte de tratarlo e incluso de haber generado un cierto grado de amistad dentro del lógico respeto que todo católico tiene para con su obispo.
Publicidad
Monseñor Catalá llegó a Málaga en 2008 desde Alcalá de Henares. Valenciano de nacimiento, como todo aquel que no conoce la idiosincrasia del pueblo andaluz en general y del malagueño en particular, tuvo alguna que otra dificultad de adaptarse a su nueva diócesis, pero lo solventó con rapidez y destreza por su gran preparación y su profunda fe. Monseñor llegó a una diócesis (la nuestra) complicadísima, donde además de tener los mismos problemas que las del resto de España (cuadro sacerdotal excesivamente cargado en años y escasas vocaciones), se le añadían elementos que son ajenos al resto (y mucho más a su sustituto, monseñor Satué, que viene de una diócesis, la de Teruel, «casi familiar», como señaló en declaraciones a un periódicolocal): la de Málaga (con Melilla incluida) es una diócesis enorme en términos geográficos, con lugares muy lejanos de la capital, por lo que la falta de sacerdotes aún se nota más; una catedral sin terminar, con numerosas deficiencias estructurales, unas necesidades sociales enormes y un mundo tan heterogéneo que navegar entre sus aguas es digno de un experto equilibrista.
Monseñor Catalá ha incrementado, y de qué forma, las ayudas sociales, ha sido contundente ante los excesos cofrades (aunque alguna vez, quizás obligado por las circunstancias, se haya quedado corto...), ha reformado un Seminario medio vacío en una Casa Diocesana cargada de vida; ha potenciado las buenas iniciativas que ya existían (Proyecto Hombre como abanderado en la lucha contra la droga), ha aportado su entusiasmo en la convivencia con otras religiones, ha hecho crecer, y de qué forma, la Fundación Victoria y su red de centros escolares, donde miles de niños estudian, y, en suma, ha hecho de su diócesis una de las más activas de España, aunque también, nadie está exento, haya sido objeto de críticas de algunos sectores determinados. Por parte de esta Rotonda sólo un debe: su ausencia de entrevistas personales en los medios de comunicación para que todos sus diocesanos hubiesen podido conocer más en profundidad no sólo al pastor, sino también a quien es una excelente persona. Esperemos que ahora de emérito lo haga y posiblemente entonces la gente dirá: «Vaya pedazo de obispo que hemos tenido...».
Suscríbete durante los 3 primeros meses por 1 €
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión