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Minerales de sangre

Nos queda mucho para que nuestros móviles no dañen seriamente nuestro corazón

PEDRO MORENO BRENES

Domingo, 25 de febrero 2018, 09:46

Que hoy nuestra vida se complicaría sin los móviles, ordenadores y otros productos de la microelectrónica no ofrece duda. Más allá de que algunos jóvenes (y no tan jóvenes) son una oreja pegado al móvil o unos ojos que no tienen otros destinatarios que sus pantallas, nuestra vida se ha enriquecido con la capacidad de comunicación e información que estos dispositivos ofrecen. La pregunta es: ¿a costa de qué? Estos chismes no salen de la nada, son producto de una poderosa industria que incluye fabricantes directos, pero también importadores y productores de las materias primas necesarias para su fabricación. Y aquí viene lo malo, ya que muchos de estos minerales (en especial el estaño, tantalio, wolframio y el oro) están teñidos de sangre y mucho sufrimiento de millones de seres humanos. La culpa no es de lo minerales, claro está, sino de la codicia y maldad humana repartida entre grupos locales (en especial en la República Democrática del Congo, con el 80% de las reservas mundiales de coltán, de donde sale el tantalio) y algunos mercaderes sin escrúpulos. A estos últimos les importa un pimiento si la extracción, procesado y venta de estos minerales está controlada por matones que han convertido el Congo en un caos humanitario con más de cinco millones de muertos desde 1998, un millón de personas desplazadas y más de cien mil mujeres violadas al año.

La ONU aprobó en 2011, los 'Principios Rectores sobre las Empresas y los Derechos Humanos' y la OCDE su 'Guía de Debida Diligencia'. Ambos textos significan un notable avance pero tienen carácter de mera recomendación, y en un sector tan garrulo como este hacen faltan normas imperativas, algunas de las cuales se van aprobando, como es el caso de la Ley de reforma de Wall Street de Estados Unidos (Ley Dodd-Frank), que incluye la sección 1502 con una regulación obligatoria para todas las empresas estadounidenses que empleen los mencionados minerales y coticen en bolsa, aunque su ámbito geográfico se limita al Congo y países vecinos.

El año pasado la Unión Europea aprobó el Reglamento (UE) 2017/821, por el que se establecen obligaciones en la cadena de suministro respecto a los importadores de la Unión de estos minerales en zonas de conflicto o de alto riesgo; esta norma amplía su ámbito a toda zona en situación de conflicto armado, Estados fallidos o con vulneraciones sistemáticas del Derecho internacional y de los derechos humanos. Para el caso concreto de los 'diamantes de sangre' opera el Proceso de Kimberley (sistema de certificaciones para evitar que los diamantes conflictivos entren en el mercado).

No es oro todo lo que reluce: un informe de Amnistía Internacional señala que la mencionada la Ley Dodd-Frank fue incumplida por 79 de las 100 empresas analizadas. Nos queda mucho por hacer para que nuestros móviles no dañen seriamente nuestro corazón.

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