
Miles de millones, miles y millones
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Partimos de la base de que una Gran Fortuna, así con mayúsculas, es la que posee el ciudadano que ostenta un patrimonio superior a los tres millonesBillions and billions y su poco afortunada traducción del libro que escribió este astrónomo preocupado por un milenio que no alcanzó a ver el pobre. ... A pesar de la evidente similitud, un billion no es un billón. Es mil veces menor ya que este último es un millón de millones y un billion, no: sólo mil millones. Es una de las curiosidades muy numerosas de los llamados 'false friends', falsos amigos, expresiones que se parecen y cuya traducción no es tan simple. 'Rope' no es ropa, sino cuerda; 'embarrased' no es embarazada, sino avergonzada; 'library' no es librería, sino biblioteca, y así un ciento.
Debo refrenar mi natural impulso a meterme en la gramática antes de que se me vaya el santo al cielo porque quiero hablar de una cosa totalmente distinta: las evidentes desigualdades de las diferentes magnitudes. Mientras escuchamos o leemos en los medios la difícil situación de los antes llamados 'mileuristas', expresión que desapareció cuando el sueldo mínimo alcanzó ese nivel &ndashojalá hubiesen desaparecido los que se encuentran en esa difícil situación y no sólo el término con su cariz despectivo&ndash, pero no ha podido ser... Con la inflación que estamos viviendo que no se ve compensada con el aumento de los sueldos se nos llama la atención sobre la cantidad de seres humanos que no llegan a finales de mes, viven atormentados por la escalada de las cuotas para hacer frente a las hipotecas y pasan toda clase de necesidades. Han tenido que reducir sensiblemente su nivel de vida, adquiriendo menos comestibles, saliendo a cenar o a tomar copas de pascuas a ramos. El 30 por ciento de la población, se dice, vive en estado de pobreza y aunque ahora a los pobres se les denomina vulnerables el drama es el mismo. Bueno, pues, mientras existe esa minieconomía se menciona constantemente cifras expresadas en miles de millones. Así, la mayor recaudación que obtiene el Estado por el IVA, que aumenta proporcionalmente con la subida de los precios y que accede directamente a las insaciables arcas públicas; los fondos que habrá que destinar para responder al reajuste de las pensiones de los jubilados y clases pasivas. También las ayudas que se han recibido y se recibirán de la Unión Europea para compensar el anterior desastre sufrido, el de la pandemia. Las pérdidas que al campo ha causado la antes calificada de pertinaz sequía, las ganancias de un grupo musical de Corea del Sur, los cuerpos celestes de los que se tiene noticia en el universo... Los Presupuestos Generales del Estado para cuya aprobación se hacen imprescindibles una serie de sacrificios, incluidos los éticos. Por supuesto, el número de habitantes que poblamos este planeta tan empeñados en destruirlo se expresa en este guarismo que nos resulta inimaginable. Hablando de esto, leo que hemos llegado a los ocho mil millones. Casi nada pensando que hace cien años, más o menos, cuando éramos, digo bien, menos de dos mil millones. Cuadriplicado el número nada menos.
A pesar de la ligereza con la que nos movemos en esas esferas descendemos a otros niveles cuando conviene. Entre las muchas iniciativas de nuestro imaginativo Gobierno está pendiente la aprobación de un nuevo impuesto. Claro, había pocos y resultaba necesario inventarse otro. Con el pomposo título de Impuesto Temporal de Solidaridad de las Grandes Fortunas se ha introducido como todo últimamente como una enmienda de una proposición de ley, aquella para el establecimiento de gravámenes temporales, energéticos y de entidades de crédito y establecimientos financieros de crédito.
Partimos de la base de que una Gran Fortuna, así con mayúsculas, es la que posee el ciudadano que ostenta un patrimonio superior a los tres millones de euros. Estoy de acuerdo con que el afortunado que cuenta con esa cantidad está bien situado y tiene las espaldas cubiertas, no pasa hambre necesariamente, pero de allí a llamar ese importe una gran fortuna hay un paso. El establecimiento del impuesto toma toda clase de precauciones, se le da carácter estatal, no es susceptible de cesión a las comunidades autónomas para evitar las diferencias que en materia de Impuesto sobre el Patrimonio se produce entre Andalucía, Madrid y casi todo el resto. Así sólo quedarán exentos de este nuevo tributo por mor de los convenios y conciertos del País Vasco y Navarra.
Todavía, hasta que aparezca en el BOE, puede haber cambios, pero serán para peor. Mientras tanto, las víctimas toman precauciones: compran antigüedades, se exilian...
Lo que me gusta es lo 'temporal', dos años dicen. Temporal, provisional, la ley provisional de 15 de septiembre de 1870 sobre organización del Poder Judicial estuvo vigente cien años.
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