Mentiras de efecto retardado

Esta semana hemos conocido la noticia de que EH Bildu y PSN han alcanzado un acuerdo para presentar una moción de censura en el Ayuntamiento de Pamplona con el fin de desbancar de la Alcaldía a Cristina Ibarrola (UPN) para antes de que finalice este año. Era un secreto a voces que Sánchez había negociado con Otegui, en el 'pacto de las capuchas', la entrega de Pamplona al integrismo vasco tras sus malos resultados de las elecciones municipales y autonómicas del 28-M. Se demoró su anuncio por la convocatoria de elecciones generales que líder socialista hizo al día siguiente. Temían el coste que la cesión de la codiciada «perla de Navarra» pudiera tener en la expectativa de voto socialista y así malograr sus deseos de permanencia de ambas formaciones en el poder. Con este pacto vergonzante, se entiende ahora que tuviera que salir por patas de Pamplona la nueva ministra de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Elma Saiz, excandidata del PSN al ayuntamiento de Pamplona. Se presentó prometiendo que no apoyaría a Bildu. No es competente en la cartera que le han encomendado, pero eso es lo de menos, no podía permanecer ni un minuto más en Navarra. Todavía resuenan en los pamploneses sus palabras olvidadas y traicionadas cuando siendo candidata aseguró que se quedaría en su tierra: «Es la ciudad de mi vida y quiero dedicar mi vida a ella».

Para cerrar el círculo de la infamia, Sánchez defiende ahora el pacto con Bildu en Pamplona que antes negó y sentencia : «quienes lo reprochan tienen que hacérselo mirar». Sus mentiras de efecto retardado socavan los fundamentos de la convivencia democrática de nuestra sociedad.