Imagínate que los ciudadanos españoles de 1925 hubieran vivido obsesionados con algo que ocurrió en 1836. La historia hay que conocerla, pero no es bueno ... que te paralice. Yo estoy molido de aburrimiento de Francisco Franco. Yo creo que si el mismísimo Franco se levantara de la tumba, y contemplara su inmortalidad, explotaría en una gigantesca e inhóspita carcajada que se derramaría sobre los españoles y españolas de izquierda, de derecha, y de cualquier condición política o moral. No se ha hecho crítica estética del franquismo. Solo se ha utilizado su figura para hacer política en este melancólico 2025, al que ya le queda poco de vida. Vivo en el país más vintage del mundo. El error de la izquierda es fomentar la división entre españoles sacando la momia a pasear y el error de la derecha es no haber condenado el franquismo en su día. Con estos dos errores, querido español o española, te van a freír los sesos y el hígado y la cartera.
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Cuando murió Franco yo tenía doce años. Y me dedicaba a escuchar todos los santos días el «rock and roll animal» de Lou Reed. El franquismo solo fue droga barata para españoles con muy mala suerte. Y de fascismo tuvo cinco minutos. A saber qué pensaba en sus adentros el César gallego de Hitler o Mussolini. Qué más quisieran la izquierda y la derechas españolas (en esto sí coinciden a las mil maravillas) que Franco hubiera sido un Hitler o un Stalin, un Mussolini o un Mao. En hacer el mal político se puede ser internacional o de pueblo, y Franco fue de pueblo. Tanto furor por el pasado nos deja sin futuro. ¿Que España, en este 2025, pinte algo en la escena internacional es un deseo franquista o antifranquista? El antifranquismo es nostalgia de mucha gente que luchó contra el tirano, y esa nostalgia es hermosa y extraordinariamente respetable.
Yo, con doce años, fui un pionero del antifranquismo estético. Yo me enteré de que existía Franco porque un colega de diecisiete me dijo que el «rock and roll animal» que yo amaba había sido censurado en España, que le faltaba una canción. Allí sí, medio niño aún, yo me hice antifranquista. Había tenido que ahorrar con sacrificio trescientas pesetas para comprarme el disco y el disco me lo mutiló la momia de pueblo. El franquismo me robó mis trescientas pesetas del alma. El enemigo del franquismo no era la democracia ni el Partido Comunista. Su enemigo invencible era la vida. Su enemigo era Lou Reed, y lo sigue siendo.
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