
El tren de la Costa del Sol no es un arma arrojadiza con la que debilitar al oponente político. Ni tampoco una excusa con la ... que criticar al contrario o enzarzarse en las redes sociales. Este proyecto es, simplemente, una aspiración colectiva o, más bien, una necesidad. No hay ni bandos ni colores ni ideologías. Resulta urgente, por tanto, sacar esta iniciativa del fango político y ponerla sobre la mesa común. Y sentados alrededor de ella, la sociedad civil, las administraciones públicas y todos los representantes públicos sin excepción. Este propósito sólo es posible desde la integración y nunca desde la exclusión.
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Viene bien recordar que desde hace 20 años los dos grandes partidos –PSOE y PP– han tenido responsabilidades en el Gobierno central y los dos tienen en su mochila promesas incumplidas. Por este motivo, ahora es un buen momento para arrancar sin servidumbre, sin complejos y sin reproches. Sería fantástico y saludable que los dos máximos responsables de estas formaciones políticas en la provincia –Daniel Pérez (PSOE) y Patricia Navarro (PP)– escenificaran públicamente la sintonía con este desafío y que se unieran el resto de los partidos. Alguno pensará que es mucho pedir o, incluso, que es una ingenuidad por mi parte siquiera plantearlo. Pero hay muchos proyectos en la provincia que se sustentaron, precisamente, en esa complicidad política. Recuerdo, por ejemplo, la Ciudad de la Justicia, la integración del puerto en la ciudad o el AVE. Es impensable que una obra de esta magnitud se pueda llevar a cabo mientras los políticos se echan los trastos a la cabeza.
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El anuncio del ministro de Fomento, Óscar Puente, de un próximo encuentro con los alcaldes y otras administraciones para hablar de este asunto es una buena noticia por la que hay que felicitarse. Las sospechas de que pudiera ser simplemente una estrategia electoral –se comunicó un par de días antes de las elecciones europeas– se disiparán de forma fulminante el mismo día en que se convoque esa reunión.
La publicación en SUR de un manifiesto en apoyo al tren del litoral y la recogida de 15.000 firmas en pocos días es la demostración de que existe una inquietud y una energía entre los ciudadanos que bien enfocada puede ayudar mucho a impulsar este proyecto.
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No es fácil en estos tiempos que alguien esté dispuesto a dar su nombre y su DNI para apoyar una causa y en este caso han sido esos miles en muy poco tiempo. Por algo será.
Y en el foro organizado esta semana, con la participación de técnicos, alcaldes y representantes de empresarios y usuarios se pudo captar, igualmente, esa predisposición al trabajo conjunto, sin siglas ni posiciones apriorísticas. De la misma forma se fortaleció el mensaje de que es una infraestructura necesaria, rentable socialmente y viable. En el contexto actual de la provincia de Málaga, junto con los retos de la sostenibilidad, hay muy pocos argumentos para oponerse a esta idea en la que, por cierto, habría que investigar su fuese preciso la colaboración público-privada –como en la construcción del metro de Málaga– para agilizar todo el proceso.
Del mismo modo quedó muy claro que este tren no es para unos pocos ni siquiera para los turistas, sino que es para mejorar las condiciones de vida de los ciudadanos de la provincia, muchos de los cuales necesitan un medio de transporte público para trabajar y desplazarse. Es evidente que es un reto económico de gran magnitud, pero también lo fueron en su día la carretera de las Pedrizas, las rondas de la ciudad, la autopista AP7, el AVE o el propio aeropuerto.
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Es el momento del liderazgo, de que los representantes públicos con capacidad de interlocución con todas las administraciones se pongan manos a la obra, nunca mejor dicho. No hay mejor aval que sentirse respaldado por toda la ciudadanía. O casi toda. Y eso ocurre con este corredor ferroviario que, por otra parte, debería nacer sin limitaciones ni fronteras territoriales y con la aspiración de conectar también el Campo de Gibraltar y Granada.
Me imagino que cuando en su día se plantearon algunos de los proyectos que hoy son una realidad algunos pensarían que eran imposibles o que eran ocurrencias megalómanas. Si se les hubiera hecho caso hoy Málaga sería muy diferente y diría que sería mucho peor.
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Es más, las personas pasan y los logros quedan para siempre. Casi nadie sería capaz hoy de ponerle nombre a los artífices del tren de cercanías Málaga-Fuengirola, de la carretera de Las Pedrizas o del puerto de Málaga, pero nadie pondrá en duda de que acertaron de pleno. Pues eso.
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