13 Rue del Congreso
Los políticos de este país podrían, sin duda, protagonizar las viñetas de Ibáñez, aunque él siempre hubiera preferido al científico loco o a Ceferino Raffles antes que a cualquiera de los que pululan por la Carrera de San Jerónimo
Si no fuera porque la cosa no está para tomársela a broma, la política española se podría resumir cada semana en aquellas míticas historietas de ' ... 13 Rue del Percebe' del dibujante Ibáñez, en las que retrataba la convivencia de una comunidad de vecinos. No estaría mal pedirle a los hermanos Idígoras que realizaran una versión con un sinfín de personajes que pululan por la cámara de la Carrera de San Jerónimo. Me imagino a Gabriel Rufián desplegando su abanico de argumentos como el científico loco; a Núñez Feijóo con Tellado como fiel escudero; a Pedro Sánchez junto a su hermano, la novia de su hermano y su mujer, Begoña Gómez; a Míriam Nogueras hablando por teléfono con el fugado Puigdemont; a Pablo Iglesias regentando la taberna Garibaldi de la esquina; a Santiago Abascal subido a caballo; al fiscal general del Estado en el banquillo de acusados, y así una larga lista de personajes más o menos ridículos que representan la actualidad de hoy. No cabe duda: lo único malo de la política, un arte noble y necesario, son los políticos.
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Nunca hasta ahora habíamos asistido a tanta superficialidad, tan poca concordia y tan escaso liderazgo. Tengo un buen amigo que dice que detrás de una buena fotografía hay muchos libros leídos. Pues bien, creo que detrás de los escaños del Congreso de los Diputados hay muy pocos libros leídos. Y demasiados argumentarios. Resulta cómico escuchar cada mañana a los ministros y diputados recitar como papagayos las consignas del Gobierno o de su partido, sea cual sea. Me los imagino levantándose por la mañana, tomándose el primer café y leyendo el chute diario de doctrina. En el fondo todos son como un ejército de humanoides programados para defender el relato de cada día. La política de hoy es como 'El show de Truman', aquella película (1998) en la que el protagonista, Truman Burbank, vive sin saberlo dentro de un gigantesco plató televisivo, donde toda su vida es retransmitida como un reality show. La cinta, que reflexiona sobre la manipulación mediática, la libertad individual y la frontera entre realidad y espectáculo, estaría adaptada, eso sí, al carácter español con una estética al estilo 'Aquí no hay quien viva'.
Quizá por todo ello, cuando Felipe VI interviene en momentos críticos, como ocurrió en el golpe de los independentistas catalanes, en la Dana o ahora en Naciones Unidas, demuestra estar en otro nivel, muy por encima de lo que estamos acostumbrados. Como jefe de Estado acierta con las palabras con la precisión de un cirujano, es contundente y refleja la intención permanente de hablar en nombre de la mayoría. Al margen del debate, si lo hubiera, de la monarquía parlamentaria como modelo, lo cierto es que Felipe VI nos saca de muchos apuros y centra el debate cuando éste está más descontrolado. «Detengan la masacre en Gaza», dijo en la tribuna de Naciones Unidas. En España no se ha escuchado un mensaje sobre Gaza más contundente, más conciliador y con mayor sentido de Estado, dejando en evidencia al resto de líderes políticos, más preocupados en sus habituales escaramuzas que en aglutinar la posición de España en este asunto. Y sí, es aberrante lo que está haciendo el Gobierno de Israel en Gaza y creo que nadie puede dudar o discrepar de ello al margen de embrollos semánticos. Lo llamativo es que no hay tema, por importante y trascendente que sea, en el que los diferentes partidos se den la mano para hacer un frente común o un pacto de Estado. Es triste, pero cierto.
Cada vez que Felipe VI toma la palabra en momentos críticos acierta con su discurso, habla en nombre de la mayoría y, sin quererlo, deja en evidencia a los líderes políticos
Y mientras tanto tenemos que convivir en este '13 Rue del Congreso' que escenifica lo peor de la política y en el que la realidad siempre supera a la ficción. Ha empezado la carrera electoral con la vista puesta en la elecciones andaluzas, en la municipales y en las generales, lo cual tensionará mucho más esta comunidad de vecinos mal avenidos.
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Ver al hermano del presidente del Gobierno –da la impresión que más que presunto corrupto es un caradura– sentado en el banquillo, a un jurado popular juzgando a la mujer del presidente, a la pareja de la presidenta de Madrid también en el banquillo y a los partidos jugando como trileros con la inmigración, la seguridad, la violencia machista o el transporte es un bochornoso peaje que pagamos a la fuerza.
Pero luego nos hace felices, por ejemplo, que la Junta de Andalucía ponga en marcha deducciones en la declaración de la renta por tener mascotas o ir al gimnasio. Recuerdo cuando el PP criticaba al Gobierno del PSOE porque decía que «quería comprar la voluntad de los jóvenes» con el bono cultural. Y que no nos extrañe, tampoco, que ahora el PSOE critique al PP. Quizá lo que ocurre es que a los propios ciudadanos –también a los medios– nos tendrían que hacer un hueco en la siguiente historieta de '13 Rue del Congreso'.
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Lo cierto es que hay más coherencia y sentido común hoy en una viñeta de Ibáñez que en todo el hemiciclo del Congreso.
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