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Sr. García .
Resurrección y autocrítica

Resurrección y autocrítica

Málaga ha vivido otra Semana Santa fantástica y con desfiles procesionales para el recuerdo, pero resulta un ejercicio muy sano repensar aquellas cosas que se pueden mejorar; y eso no debe tomarse como una ofensa

Manolo Castillo

Málaga

Domingo, 20 de abril 2025, 00:36

En cualquier ámbito de la vida hay quienes llevan muy mal la autocrítica e incluso la llegan a considerar un insulto o una falta de respeto, cuando es el ejercicio más saludable y reconstituyente que puede realizar cualquier colectivo. Y hoy, Domingo de Resurrección, es un momento ideal para llevar a cabo ese ritual de sanación para ver aquellas cosas que han sido fantásticas y aquellas otras que pueden mejorarse o rectificarse. Y el punto de partida no puede ser más satisfactorio, porque Málaga ha vivido una Semana Santa grandiosa, sólo entristecida por la lluvia de los primeros días que obligó a algunas cofradías a quedarse en su casa de hermandad o a guarecerse en mitad del recorrido. La evolución de los desfiles procesionales en los últimos años ha sido enorme y para mejor, con desfiles que son auténticas composiciones artísticas, cargadas de belleza y sentimiento, y con momentos que emocionan por su estética, su solemnidad y, sobre todo, por la comunión colectiva de los hombres y mujeres de trono, los nazarenos y la gente que abarrota cada instante, cada esquina o cada curva.

Es verdad que se han incorporado nuevas cosas, como la forma de llevar los tronos, la música de las bandas y, en general, la definición de los cortejos. Sí, hay cosas inspiradas de Sevilla, pero eso, al margen de gustos, no tiene por qué ser malo. Todo lo contrario. Hoy, las procesiones, son mejores, por su orden, por el respeto, el equilibrio y el empeño de coordinar todas esas piezas que hace años, en el siglo pasado, andaban deslavazadas. Eso no implica que haya que estar vigilantes para preservar la identidad de la Semana Santa malagueña para no perder aquello que la hace única. Y en este sentido me comentaban esta semana que también en Sevilla hay quienes dicen que se están exportando cosas de aquí, lo cual no deja tampoco de ser lógico y natural. Hoy, asistimos a una teatralización de algo tan especial como es salir en procesión. Y el resultado es magnífico.

Pero el gran reto es, precisamente, cómo compaginar esa evolución con las cientos de miles de personas que se echan a la calle cada día. Lo dijo muy bien el propio Antonio Banderas el Jueves Santo: «La Semana Santa es pueblo. Está clarísimo. Si no existe ese pueblo, no hay Semana Santa». Y esa reflexión que compartimos y escribimos muchos no debe tomarse como un desdén u ofensa, sino como un toque de campana de atención para, cómo él mismo dijo también, «repensar la forma en la que la gente pueda ver las procesiones en la calle». Y después de todas las decisiones difíciles y complejas que se han tomado en los últimos años sobre el recorrido oficial, los itinerarios, los controles y la seguridad es igual de trascendente adoptar decisiones imaginativas que pueden conseguir ese objetivo.

Como todo en la vida, no se puede estar sentado y de pie al mismo tiempo y gestionar con seguridad a cientos de miles de personas que quieren pegarse a cada varal no es tarea fácil, pero ha de intentarse para que nunca se quiebre esa conexión entre el pueblo y su Semana Santa. Y quizá haya que recuperar o avanzar en algunos momentos que se abandonaron y que hoy se vivirían de forma muy distinta, y mejor, a la de hace años. Un ejemplo es el cruce entre la Soledad de Mena y la Virgen del Gran Poder en Atarazanas. A estas alturas, la seriedad de estos encuentros está muy por encima de la de aquellos que protagonizaban Estudiantes y Gitanos el siglo pasado. Se trata de extender la Semana Santa más allá del recorrido oficial, de redefinir el paso por los barrios. Siempre se puede innovar y la tecnología y la imaginación pueden ayudar a gestionar esos flujos de personas y la cercanía con sus titulares. Resulta un reto fantástico y también apasionante.

De la misma forma que hay que involucrarse en fórmulas que permitan que las sillas del recorrido oficial no se queden vacías durante gran parte de la tarde-noche. La Agrupación de Cofradías ya avanzó en la posibilidad de la venta de sillas por horas y días y eso permitiría un mayor aprovechamiento y también evitar que haya cofradías que desfilen por un escenario desolado, como ocurre a veces.

Es estimulante adentrarse en la misión de mejorar esos detalles, sobre todo cuando el punto de partida es que aquí, en Málaga, y también en la provincia, disfrutamos de la mejor Semana Santa del mundo. En otros lugares dirán lo mismo, pero esta es la nuestra. La de todos.

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