Sr. García
Carta del director

Personas insuficientes

El sistema educativo castiga con la incomprensión y el estigma de la incompetencia a muchos jóvenes que se topan con demasiados muros para desarrollar su talento

Manolo Castillo

Málaga

Domingo, 26 de mayo 2024, 00:30

El último Observatorio sobre la Formación Profesional (FP) de CaixaBank ha derribado uno de esos estereotipos incrustados en el imaginario colectivo: los jóvenes de nuestro ... tiempo ni son vagos ni son unos jetas como muchos quisieron hacer creer. Este estudio refleja que el porcentaje de la población malagueña de entre 15 y 24 años que confesaba no estar ni estudiando ni trabajando se ha reducido prácticamente a la mitad desde 2015. El último dato, correspondiente a 2023, es del 11,1 por ciento, cuando hace ocho años alcanzó el máximo histórico del 21 por ciento. Es sólo una cifra, pero muy significativa, porque invita a pensar que el problema no era tanto de los chicos y chicas sino también del propio sistema y de una época de crisis económica que comenzó en 2008 y que arrasó todo lo que encontró a su paso.

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¿Y qué es lo que ha permitido este cambio? Pues especialmente el desarrollo del Plan de Garantía Juvenil impulsado por la Unión Europea y el mayor prestigio y desarrollo de la Formación Profesional, durante décadas (mal) concebida entre la mayoría de familias como una alternativa vergonzosa ante las carreras universitarias. Pero los datos positivos no se quedan ahí, porque el desempleo entre los menores de 25 años también se ha reducido a menos de la mitad en una década: de los 20.447 parados que había en Málaga en 2014 se ha pasado a los 9.512 de 2024. Eso quiere decir que el empleo juvenil ha crecido cerca de un 90 por ciento, desde los 24.000 afiliados hasta los más de 45.000 que hay ahora en dicha franja de edad.

Recuerdo cuando Javier Imbroda llegó a la Consejería de Educación y anunció su objetivo de reducir el abandono escolar. Entonces muchos calificaron aquello como un brindis al sol y llegaron incluso a ridiculizar ese plan. Pues en 2012 la tasa de abandono temprano era del 27,7 por ciento y en 2022 había bajado al 15,9 por ciento. El número de estudiantes universitarios se mantiene estable, pero ha subido –prácticamente el doble– el de estudiantes de FP: de 5.985 egresados en 2012 a 10.445 en 2022. Estos datos demuestran que es posible transformar las cosas. Incluso aquellas que parecen imposibles. La educación es la herramienta más poderosa para impulsar el desarrollo de una sociedad y despreciarla es el mayor de los errores. Siempre se está a tiempo de ponerse manos a la obra.

Y en este contexto viene bien llamar la atención sobre la necesidad de impulsar cambios en un sistema educativo en el que se aprecian demasiadas goteras, más allá de la precaria situación que sufre un profesorado abandonado a su suerte y en medio de un fuego cruzado entre la inspección educativa, los padres y un estilo de vida digital endiablado que está modelando jóvenes impredecibles. Esta semana, durante un evento de 'Suena SUR', la artista Travis Birds llamó la atención sobre lo que denominó «personas insuficientes». La joven cantante contó su experiencia personal y cómo durante toda su etapa escolar convivió con los suspensos: «Como siempre sacaba insuficientes acabé creyéndome una persona insuficiente». Y basta una charla con ella para advertir que, pese a que sus calificaciones indicaran lo contrario durante su etapa académica, se trata de alguien brillante, profundamente leída y culta.

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Tras superar una crisis personal con 19 años y tocar «fondo», decidió dedicarse a la música, algo que no había hecho hasta ese momento. Se puso a estudiar composición sin conocimientos previos, se matriculó en FP, hizo diseño y terminó convirtiéndose años después en una cantante de éxito. Sólo hizo falta que alguien, en este caso su hermana, le regalara una guitarra. Que confiaran en ella. Su talento había estado encerrado y asfixiado por un sistema tan rígido que no dejaba espacio para otra forma de expresión. Ella, quizá por su empeño y el de su entorno, pudo salir de ese pozo, pero otros muchos jóvenes se quedan atrapados y con esa etiqueta de incompetentes.

Es cierto que no es un asunto fácil de abordar, pero tal vez sea preciso despojarnos de muchos prejuicios y flexibilizar una estructura educativa que a veces impide el desarrollo de personas con diferentes capacidades. Y la solución, evidentemente, no pasa por el camino sencillo de eliminar el concepto del esfuerzo o, incluso, de las calificaciones, pero sí requiere medios económicos y humanos para ofrecer salidas diferentes a chicos y chicas con dificultades para adaptarse y desmotivados. Incomprendidos, al fin y al cabo. No hay que olvidar que en muchos casos el principal obstáculo de esos jóvenes está en su propio hogar, con padres absolutamente despreocupados por los principios y valores educativos más elementales.

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Pero los números y muchos testimonios como el de Travis indican que no todo está perdido. Al igual que en Málaga y Andalucía se está consiguiendo dar la vuelta a las estadísticas, es posible imaginar y desarrollar nuevas vías y métodos educativos. Al final, como siempre, todo es cuestión de proponérselo y de invertir lo suficiente para que sea posible. Veremos.

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