Más manadas

El efecto imitación o contagio que está teniendo el deleznable grupo de violadores autodenominado La Manada pone la lupa sobre la gravedad de la situación. ... A pesar del rechazo generalizado en las calles, con grandes manifestaciones feministas, de las críticas argumentadas a la sentencia, de las actuaciones políticas en marcha para dotar de perspectiva de género a la Justicia y de tantas voces alzadas contra la brutalidad machista, tantos estudios, programas y planes, aún hay hombres que creen que violar en grupo a una mujer es guay. Ha sucedido en una localidad canaria, también en otra catalana, en pocas fechas. A la vez, repuntan las denuncias de ataques sexuales a chicas. Ya no se registra una cada ocho horas, sino una cada seis, o sea cuatro casos al día, si bien se mantiene la sospecha de que solo es una pequeña parte de los que en verdad se producen.

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Estremece pensar, de nuevo, qué les pasa por la cabeza a esos hombres que se ponen de acuerdo para llevar a cabo juntos estos actos de brutalidad sexual sobre mujeres, además como parte de su diversión. ¿Es efecto de la sentencia de la Audiencia de Navarra, que cuanto menos puede considerarse muy poco ejemplarizante? No creo que estos descerebrados sean lectores de la densa prosa jurídica. Pero sin duda ésta tiene que tener en cuenta a partir de ahora que las violaciones son un problema de primer orden y que el castigo debe ser de acuerdo con la envergadura del problema y contribuir a resolverlo.

La Manada no es un hecho puntual, episódico, ni el primero de una nueva etapa de agresiones. Es el producto de una cultura de cosificación de la mujer, considerada desde antiguo como objeto de placer para los hombres, sin voluntad ni consentimiento, que en esta ocasión ha tenido un especial recorrido porque a los violadores se les ocurrió filmar y subir a las redes sociales su agresión y porque ha llegado en un momento en que el feminismo ha decidido poner pie en pared.

A esta fantasía arcana de los hombres se une la educación en la pornografía, que los expertos no se cansan de denunciar sin que nadie tome medidas, pero también, me temo, se da un efecto pernicioso de la propia difusión de los hechos por los medios, sobre todo las televisiones. Esas horas y horas de programación con grandes imágenes en continuo en las pantallas de los platós de los jóvenes agresores en los sanfermines, y ahora cada día el desfile de los condenados hacia el juzgado sevillano, termina por convertirles en una especie de héroes. Aunque el discurso sea otro. Recuerdo aquello que contaba la periodista Bárbara Walters hace ya como 30 años. Había emitido un gran reportaje crítico contra Reagan, creo que en la cadena ABC, que acabó por darle votos al presidente. La gente había visto las imágenes de Reagan en loor de multitudes pero no había escuchado el texto. El caso de La Manada ha sido un detonante para la toma de conciencia feminista de muchas y muchos. No permitamos este efecto rebote. Hay que profundizar en la formación crítica de los ciudadanos. Queda mucho por hacer.

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