Málaga, vista a tierra

Deciudad.es ·

Miércoles, 6 de enero 2021, 10:10

Nuestra ciudad, la histórica, está hecha de muchas cosas, maduradas como el buen vino, a base de tiempo. Es una complejidad construida a lo largo ... de más de 2.000 años y eso no es posible definirlo en un informe o estudio, por más folios que se pongan detrás del título.

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Nuestra ciudad es montaña y río. Málaga es montaña como la lejana Atenas. Puede que las dos nacieran en un «subir y bajar» del monte. No tenemos grandes parques pero sí tenemos, como la capital griega, dos montes entre nuestras calles. Mientras Atenas engulló al monte que corona la Acrópolis y al Licabeto, Málaga se ha merendado el Monte Victoria y Gibralfaro.

Málaga es también río. Si el Guadalquivir pone en Sevilla dos riberas, Betis y las Delicias, para pasear y mirarse, el Guadalmedina parece haber puesto en Málaga dos márgenes dónde la ciudad lleva ya más de un Siglo dándose la espalda.

Málaga es tierra que sobrevive a la historia. Se hace y se rehace casa a casa, calle a calle, y alguna que otra vez desde los planos de los urbanistas. Málaga es la tierra que queda enmarcada entre las calles de su callejero, la que se ha estirado en una hamaca de Torremolinos al Rincón y la que, para trabajar, se prepara a conquistar el valle del Guadalhorce.

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Del mar vino a parar en una bahía, única entre Almería y Cádiz, para hacer un puerto al pie de la pared más vertical. Málaga es mar. Todos los malagueños miramos al mar una o dos veces al día; pero muy pocos conocen la imagen de esta ciudad desde el mar.

A lo ancho del mediterráneo ciudades fundadas por griegos responden a una cuadricula, mientras las de origen romano arrancan de dos caminos en cruz, cardo y decumanus. Hay desorden en la traza original de Málaga. Algunos achacan esta ausencia de urbanidad a su fundación fenicia. Parece que al pueblo fenicio solo le importaba esta tierra como puerto, puede ser entonces que haya que irse a mirarla desde el mar para entenderla mejor.

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La carretera de los montes dibuja un trazado serpenteante desde las montañas al centro de la ciudad. En la aproximación, el conductor asiste a una sinfonía en imágenes de carretera y paisaje. Mientras esta ciudad recibe así al que llega sin prisa desde tierra, reserva cada día una película distinta al que llega a puerto, desde el mar. Nos lo han contado muchos que de vuelta de Melilla, vale la pena madrugar en cubierta para ver entrar. A motor lento, la tierra poco a poco envuelve el barco, desde ambos costados, redundando en el abrigo que hace el puerto.

Una ciudad no es una postal, tampoco el paisaje es una foto fija. Ciudad y Paisaje son dinámica y movimiento. La torre proyectada para el dique del puerto no impactará en la imagen de calle Larios, ni en el 95% de las postales «identitarias« de la Málaga tópico-típica. Aportará arquitectura a la imagen de nuestra ciudad, pero modificará para siempre la película que, a cámara lenta, se proyecta en las retinas de todo aquél que llega a Málaga desde mar adentro. Se romperá ese «traveling geográfico», en que la tierra avanza y se eleva despacio, desde San Antón hasta Alhaurín y Mijas, para abrazar al que sobre cubierta asiste, plano a plano, a un paisaje irrepetible, vista a tierra.

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