Menos Madrid

VOLTAJE ·

Los resultados en la Comunidad de Madrid no van a cambiarnos la vida en ningún caso

Termina por fin el trance electoral celebrado en la Comunidad de Madrid, donde, a tenor del interés informativo suscitado en la prensa nacional, parece que ... vive toda España. Tanto es así que, para las próximas elecciones autonómicas, que para nuestra desesperación se celebrarán dentro de tan sólo dos años, deberíamos poder votar allí además de en nuestra propia circunscripción. Hemos prestado más atención a lo que pasa en Madrid que a lo que ocurre en nuestros ayuntamientos. Durante la campaña, por ejemplo, hemos descubierto que algunos de los acontecimientos que ocurrían en nuestra vida eran, en realidad, características puramente madrileñas: irse de cañas, los atascos, salir a cenar, pagar impuestos, abrir negocios o no encontrarte por la calle con exparejas eran material exclusivo de lo castizo, de lo central, de las cosas que pertenecen al territorio moral de la capital de España. Tanto como comer callos.

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El alivio del fin de la campaña no llega por los resultados en la Comunidad de Madrid, sino por la calma mediática que dejan. Más allá de las lecturas políticas, no va a cambiarnos la vida en ningún caso. La presidenta de la Comunidad de Madrid seguirá siendo Isabel Díaz Ayuso. El PP sigue gobernando en 5 de 17 comunidades autónomas, como pasaba antes.

Las lecciones, que las hay, son para los partidos de la oposición. El descalabro del PSOE pone de manifiesto que no ha encontrado su sitio en la batalla ideológica. Gabilondo no pudo gobernar ni ganando las elecciones. Su terreno lo ha ido ganando Más Madrid, un partido que parece una escisión de las juventudes socialistas y que ha ido interesando más cada día. Pablo Iglesias da la razón a los que consideraban que presentarse a estas elecciones para «parar el fascismo» era en realidad un ejercicio de autoinmolación. Anuncia que deja la política, comunismo o televisión, y Ciudadanos continúa atrapado en una caída sin frenos hacia su desaparición.

Ayuso ha ocupado el centro de la campaña y sus rivales no han sido capaces de ignorarla, permitiéndole dominar la agenda con sus burradas, mientras que los demás la consideraban tonta. Pero de tonta no tiene un pelo, al igual que no lo tenían Esperanza Aguirre ni Mariano Rajoy, supuestos bobos que han amasado una cantidad ingente de poder. Cifuentes dijo una vez que en política era muy útil «hacerse la rubia». Aquí hay otra prueba.

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Por lo demás, Madrid no tiene por qué ser el reflejo del resto, por más que podamos sentirla como propia o por más que se cumplan algunos de los eslóganes más lúcidos de su promoción turística ('Si vienes a Madrid, ya eres de Madrid'). Ahora que han terminado unas elecciones que han tenido una atención mediática exagerada podemos volver a preocuparnos por los asuntos que nos afectan. Qué descanso más raro.

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