Ya estamos en la campaña de las europeas, que la verdad sea dicha, nunca ha interesado en demasía a los electores, que suelen quedarse en ... casa en un porcentaje elevadísimo. Sin embargo, estos comicios pueden tener unas consecuencias mayores de las que se piensa, sobre todo, si se tiene en cuenta el precedente de las últimas municipales y autonómicas, cuando Pedro Sánchez se la jugó y convocó las generales para frenar la sangría que estaba sufriendo el PSOE. El líder socialista está metido actualmente en un laberinto del que le está resultando muy difícil salir. Es más, cada vez parece más desorientado. Por un lado, no ha conseguido acallar la polémica suscitada por las actividades de su mujer, más que nada porque un juzgado mantiene abiertas las diligencias por un presunto delito de tráfico de influencias. Pero más allá del tema judicial, la oposición se ha decidido por fin a hincarle el diente a este asunto y ya lo plantean abiertamente como una falta de ética y, sobre todo, de estética, pues es difícilmente defendible que la mujer de un presidente del Gobierno vaya firmando cartas de recomendación en favor de una empresa para conseguir dinero público. El 'caso Begoña' ha provocado además una crisis diplomática con Argentina, gobernada por el loco Milei. La situación no deja de ser surrealista, porque el Gobierno está a un paso de romper relaciones diplomáticas con el país suramericano porque su presidente ha llamado corrupta a la esposa del presidente del Gobierno, que a día de hoy no tiene ningún papel institucional en España. Que no se olvide este pequeño detalle, pues atacar a Gómez no es atacar formalmente ni al Gobierno ni al Estado español. Tampoco debe olvidarse que Milei fue previamente insultado por el ministro Óscar Puente, que vino a decir que era un drogadicto. No estuvo atinado y le dio munición a Milei para, en base al principio de reciprocidad que suele regir las relaciones entre países, le devolviese indirectamente los insultos al presidente español en la cara de su mujer.
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Este rifirrafe hay que analizarlo en el contexto general de la acción del Gobierno, que también se ha metido en un jardín al anunciar que reconocerá esta semana que entra al estado palestino. Esto ha provocado otro follón diplomático, esta vez, con Israel. España se ha destacado entre los países de la Unión Europea que han dado este paso, que no viene acompañado por los grandes de la UE, más que nada porque no se sabe qué territorios tiene Palestina, ni su capital, ni su forma de gobierno. No debe olvidarse que gran parte de la zona está controlada por Hamas, que no deja de ser un grupo terrorista, que mantiene a más de un centenar de israelíes secuestrados y que provocó una matanza de judíos. Con esta situación, no parece muy prudente dar este paso, aunque desde la ONU se apueste por esta situación de reconocimiento de dos estados... desde 1948. Y mejor no hablar de la vicepresidenta Yolanda Díaz, que apuesta por crear un estado palestino que vaya desde el «río hasta el mar». O sea, aniquilar a los israelíes, lo que propugnan los terroristas. Hay que ser indulgentes y pensar que su afirmación es fruto del desconocimiento, o sea, que no sabía lo que decía, pues de lo contrario sólo cabría calificarla como antisemita. A esto hay que añadir las dos derrotas que ha cosechado el Gobierno esta semana en el Parlamento. Por un lado, le han tumbado la ley contra la prostitución y por otro se ha visto obligado a retirar la ley del suelo para evitar perder otra votación en las Cortes. No parece que Sánchez siga contando con todos los aliados que le auparon a la presidencia del Gobierno. Y el país es el que está sufriendo esta situación, más que nada porque el Gobierno ha sido incapaz de sacar la ley más importante que se debe aprobar cada año, que es la de Presupuestos. Esto provoca la parálisis inversora en el país.
Pedro Sánchez sólo tiene un as en la manga para mantener el apoyo de Puigdemont, que no es otra cosa que la ley de amnistía, que está prevista que se apruebe el día 30 de mayo. Una vez pasado este trámite ya no tiene absolutamente nada que ofrecerle a Junts. Bueno sí, puede hacer presidente al catalán, aunque eso sería difícilmente justificable cara a la opinión pública. Por eso, y conociendo la capacidad de Sánchez para maniobrar en su propio beneficio, no sería descabellado, aunque lo parezca, que decidiera convocar elecciones generales antes del 30 de mayo, para hacer decaer así la ley de amnistía y dar un golpe de efecto para las europeas si los sondeos no le son favorables.
Mientras tanto, a Sánchez sólo le queda seguir con lo que está haciendo, que no es precisamente gobernar. Nada de un punto y aparte como vendió a la ciudadanía tras sus cinco días de meditación maquiavélica, sino más bien un punto y seguido para continuar chapoteando en el fango, que es de verdad lo que le gusta. Mucho hablar de ultraderecha, de polémicas internacionales que no conducen a nada bueno y muy poco de gobernar, que es para lo que está.
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