Iñigo Fallarás Errejón

Domingo, 27 de octubre 2024, 03:00

La vanidad es el engaño a la belleza. Pompa presumida, vana gentileza. Destino hermano de la hipocresía. Dos mentiras sentadas frente al mismo espejo. La ... traición como camino de ida y la venganza, como el de vuelta. Iñigo Errejón en su descenso a los infiernos.

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Los españoles no conocíamos los hechos que obligaron al portavoz parlamentario de Sumar a dar la espantá el pasado jueves. En el universo mediático-político de la izquierda radical era un secreto a voces la conducta del político madrileño, como hemos sabido posteriormente. Si lo suyo era tan conocido como lleva diciéndose varios días, cabe preguntarse ¿por qué nunca se activaron los mecanismos de control de cada uno de los partidos por los que ha pasado? Podemos pensar que las personas que han estado en su entorno prefirieron mirar para otro lado y construir un cortafuegos de silencio, con el objeto de seguir manteniendo su discurso falaz e hipócrita.

Independientemente de las consecuencias que tendrá a nivel personal su decisión, el impacto político es el de un terremoto de gran magnitud en la ultraizquierda. Su salida de la escena parlamentaria describe al mismo tiempo algunas de las circunstancias sin las que es imposible entender la política actual. En una democracia del relato, donde la verdad ha sido sustituida por la ideología, triunfan comportamientos hipócritas identitarios que socavan la credibilidad del ejercicio público. No es tan importante qué es lo que se quiere alcanzar con el ejercicio del poder, sino quién es el que debe ejercerlo.

Bajo ese prisma, entendemos perfectamente la estrategia de ajuste de cuentas que ha desplegado Podemos, tras las denuncias anónimas que aparecieron en las redes sociales de su periodista afín, Cristina Fallarás. Su primer objetivo ha sido vengar la traición de uno de sus fundadores, que junto con Manuela Carmena consiguieron tumbarlos en la lona. A renglón seguido, salió al encuentro de Yolanda Díaz, para retratarla como la política inoperante que todos conocemos , y finalmente, mandó un mensaje de fin de ciclo al sanchismo que lo expulsó del Gobierno. Su objetivo no es enriquecer el debate político a través de la crítica, sino reconstruir su opción política. Pablo Iglesias llevaba tiempo buscando su oportunidad para postularse de nuevo como el líder de la izquierda radical española, y Errejón de forma involuntaria se la ha servido en bandeja. ERC y Bildu seguro que aplauden su regreso.

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Asistimos a los signos claros de descomposición de una forma de hacer política y periodismo alejada de la realidad y concentrada en los círculos de poder. La periodista que dio el pistoletazo de salida de este caso se encontró ayer con que su cuenta de Instagram estaba cerrada por no cumplir «las normas comunitarias» . Iñigo Errejón es víctima y verdugo del discurso imposible de la izquierda radical que nos prometió nunca fallar.

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