Cuando me lo estaban contando por teléfono, al habla con un viajero afectado, literalmente me meaba de la risa, nunca mejor dicho dado el trasfondo ... de la historia. Igual ya la conocen: un tren de Media Distancia de Málaga a Sevilla por la vía antigua tuvo que hacer dos paradas largas para que sus viajeros pudieran bajar a las estaciones intermedias del recorrido a aliviarse, ya que el ferrocarril en cuestión iba con los aseos averiados. Al convoy ya se le conoce como el «Pipitren» o el «tren de los meados». Bromas aparte, la cola de los baños en sendas paradas obligadas trajo consigo un retraso de 44 minutos en el trayecto, que maldita la gracia que le hizo al que ya había salido con los deberes hechos de casa.
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La voluntad de la operadora pública Renfe en este caso fue buena, pues mejor llegar a destino tarde y con chufla, que no haber suspendido la salida y haber dejado tirados a un montón de viajeros. Lo que pasa es que estas escenas me recuerdan a otros tiempos, cuando el tren no era ni sombra de lo que es ahora. Me contaban ferroviarios viejos de cuando iban circulando a la vista, de noche, y a menudo golpeaban a algún conejo u otro animal. Entonces, era habitual detener la locomotora para recoger la presa, que haría buena cena al llegar al siguiente pueblo...
De vuelta al presente, es evidente que hay servicios como este que no se toman con el suficiente interés. Existe un servicio paralelo de alta velocidad Avant que tarda mucho menos, y menos que va a tardar cuando se abra el baipás de Almodóvar. Pero la ruta antigua, que es la que nos ocupa, sigue ayudando a grandes núcleos de población del interior de Málaga, y sobre todo, de Sevilla. Así que, si tuviera una calidad adecuada, seguro que aumentaría su demanda y, lo que es más importante, ayudaría a vertebrar un territorio que de otra forma correrá el riesgo de despoblarse.
La liberalización de la red ferroviaria nacional de alta velocidad, con todos sus efectos negativos, que los tiene, ha sido un notable éxito para ciudades como Málaga, porque ha rebajado los precios y ha multiplicado la oferta de frecuencias y de asientos. Por eso, ha llegado la hora de abrir a la competencia también las rutas secundarias, y que pueda haber operadores privados ofreciendo sus trenes para ir a Antequera y a Ronda, y a Sevilla y a Granada y a cualquier municipio de Andalucía por donde pasen unas vías. Porque pocos medios de transporte hacen más por coser el territorio, y aquí lo aprovechamos demasiado poco.
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