Vienen Curvas

Un hotel cerrado por fuera y abierto por dentro: ¿cinta decorativa o precinto?

Domingo, 22 de junio 2025, 00:01

Imaginen que al llegar al hotel después de una larga excursión se lo encuentran precintado por la Policía Local con un cartelito en la puerta ... que dice: «Entrada y salida del hotel por el parking; disculpen las molestias». Pues no es broma, este episodio surrealista está ocurriendo en el hotel Vistamar Benalmádena, que ahora recibe el nombre de Vivemar. Los más de 200 clientes que tenía en el momento de la clausura el establecimiento se encontraron la entrada sellada, la piscina precintada, pero, oiga, la cama hecha y el bufé en marcha, como si la legalidad fuera una opción decorativa. Ya me llama la atención que un hotel al 98% de ocupación sea precintado porque no está inscrito en el registro de la Junta por una maraña administrativa, dejación o no sabemos aún el motivo, ya que hay diferentes versiones según a quién se pregunte, pero lo más alucinante es que todo siga funcionando como si tal cosa.

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Es como si un agente de policía inmovilizara un coche porque no tiene seguro, ni ITV y al minuto siguiente viera cómo el conductor lo arranca, da media vuelta y se va tan tranquilo. Y el agente, de brazos cruzados, se limitara a mirar. Pues parece que el Ayuntamiento de Benalmádena ha hecho algo parecido: la policía ha colocado cuatro hilos de acero en la puerta principal, ha clausurado la mayoría de entradas y salidas del mismo y ha avisado de que no puede operar… pero, cuando el hotel continúa su actividad pidiendo a los clientes que entren y salgan por el parking, el Consistorio dice que «la responsabilidad de que siga funcionando es del establecimiento», como si cumplir la legalidad fuera algo optativo y como si precintar un establecimiento fuera un trámite estético.

¿Y si pasa algo? ¿Y si un cliente o un trabajador sufren una caída o tienen un accidente? ¿Qué dirán entonces? ¿De quién será la responsabilidad en ese caso? Va a sonar antiguo, pero las normas están para cumplirse por todos. Porque si los precintos son simbólicos, los cierres son decorativos y las ilegalidades son «responsabilidad del que las comete» estamos inaugurando un nuevo modelo de gestión: el de mirar para otro lado. Si las normas no se hacen respetar, no son normas, sino sugerencias.

Entiendo que quieran ahorrarse la imagen de los turistas con las maletas en la puerta, pero para eso que le hubieran puesto una sanción y ya está. Si un precinto no impide que el hotel funcione, no es un precinto: es una cinta decorativa. Y si el Ayuntamiento lo consiente no es sólo desidia, es complicidad con vistas al mar.

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