¿Por qué hay hombres que se sienten atacados por el feminismo?
Hay hombres que se sienten atacados por el feminismo y lo perciben como una incomodidad que no comprenden, incluso como una amenaza. Escuchan relatos de ... violencia y desigualdad y sienten que esas 'mujeres enfadadas', en el fondo, también los están acusando a ellos. Difícil de asimilar cuando uno ha vivido en una posición privilegiada en la que nunca tuvo que justificarse. Pero lo más preocupante es que ese rechazo no sólo se da en adultos, sino que también crece entre adolescentes: jóvenes que se han criado en una sociedad en teoría más igualitaria, pero que se sienten «víctimas de un sistema que los coloca en desventaja frente a las mujeres» y de un «pensamiento único» que, según dicen, busca perjudicarles.
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Han pasado años desde que el #MeToo y el #Cuéntalo llenó Twitter de testimonios de miles de mujeres que compartieron historias de acoso, abuso y violencia que hasta entonces había callado o, si acaso, habían compartido en voz baja con alguna amiga. Y no lo contaron antes porque sentían miedo y culpa a pesar de que ellas eran las víctimas. Fue algo espontáneo y necesario que no sólo sirvió para sacar a la luz delitos, sino también para visibilizar comportamientos abusivos que no llegaban a esa categoría. Aun así, no podemos ignorar que también provocó una reacción defensiva en algunos hombres. Justo la contraria de la que se buscaba.
Las acusaciones anónimas cumplieron su función para visibilizar un problema que de otra forma no hubiera salido a la luz, pero pueden ser un coladero de acusaciones falsas, incluso hechas con el único objetivo de demostrar que eso es un coladero. Un precio demasiado alto si se compara con el descrédito que puede generar en el feminismo. La batalla que hay que dar no es que las mujeres se desahoguen de forma anónima en las redes sociales, sino eliminar los obstáculos para que puedan hacerlo en los juzgados, sin miedo.
¿Podríamos haberlo hecho mejor? Seguramente sí, pero el #MeToo no fue una estrategia planificada. Una parte de esa reacción defensiva tiene que ver con el miedo a perder privilegios, pero otra nace del desconocimiento. Merece la pena hacer un esfuerzo para insistir en que no se trata de señalar, sino de abrir los ojos: una sociedad más igualitaria también libera a los hombres. Les reconoce el derecho a cuidar sin ser juzgados, a llorar sin ser débiles, a no ser los proveedores únicos, a estar presentes en la crianza sin que eso suponga una penalización laboral. Todo eso también es feminismo. El feminismo no se sufre, se disfruta.
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