Hijo de fruta
España 2023 es una pitaya por descubrir. La fruta del felón. Mentira rosa por fuera y roja por dentro. La política con escamas, espinas y ... pulpa con semillas negras. Bella y breve. Demasiado cara para ser real.
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Pedro Sánchez en la réplica a Feijoó en el debate de su investidura, sacó de nuevo a paseo el dossier sobre las presuntas irregularidades en los contratos del hermano de Isabel Díaz Ayuso en la pandemia. Munición que regaló Moncloa a Pablo Casado y que sirvió para su suicidio político. Compró una mentira y vendió un partido. Tribunales europeos y españoles dieron carpetazo a estas infundadas acusaciones. Las palabras del líder socialista fueron cobardes e ignominiosas. La presidenta madrileña le respondió para sus adentros de forma firme con un «me gusta la fruta», aunque todos sabemos que lo que realmente dijo fue «hijo de fruta». Insulto saludable para el que ha vendido la inconstitucional amnistía como si se tratara de una sandía. La cobardía no es una frutería por mucho que se empeñe Félix 'Arándanos' y María Jesús 'Frutero'. La cesión no puede ser un fresón para Oriol 'Juntaperas' ni para Carles 'Puigmelón'. El mango político no es ni dulce ni nutritivo, es fango a secas. Por mucho que los tontos del albaricoque se empeñen, la España que ahora digo de Pedro Sánchez no es otra cosa que un higo servido como castigo. No es una pena con forma de breva, es una auténtica condena.
Gracias al ingenio de Isabel Díaz Ayuso el catálogo de agravios en español se enriquece y se suma a los poéticos: cagalindes, firipollas, zurcefrenillos, tragavirotes, ijuemadre, malcogido, tracacho o harto de ajos.
En la plaza de Cibeles miles de ciudadanos gritaron ayer con Ayuso que España no se vende ni está en almoneda por mucho que se empeñe el hijo de fruta, corazón de marmól, entrañas de bronce, y alma de argamasa de Pedro Sánchez.
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