EL FOCO

Hacerse manitas

Sigue habiendo muchos trabajos manuales que no están en la lista de los empleos en peligro de extinción por la inteligencia artificial

Trabajos manuales. Así llamábamos los niños de los 80 a esa asignatura, creo recordar, en la que nos hacían cortar con la segueta en unos ... pinitos de marquetería chapuceros. Luego le habrán ido poniendo otros nombres, porque todo se ha vuelto más cursi y con pretensiones en el curriculum escolar. Llegaron las manualidades, que viven un boom en nuestra época, menuda paradoja. Tanto ordenador, tanto metaverso y resulta que tengo una amiga que es feliz aprendiendo a hacer encaje de bolillos con señoras de 80 años en Torremolinos. Si pasan un día por la plaza de Eugenio Chicano, verán qué ambiente hay en la tienda de los papeles y las servilletas preciosas, con señoras en una mesa haciendo unas cajas muy cuquis en las que guardar hilos o pinceles. Mi hija ha vuelto a hacer las pulseras de nudos con las que yo me destrozaba los pantalones vaqueros por las rodillas, donde enganchaba los imperdibles. Aquella época en la que me di cuenta de que un cirujano echa muy bien los nudos, cuando vi a mi padre la destreza que manejaba si le dejaba una de aquellas pulseras. Lo mismo en el corazón que con aquellos hilos de bordar. El otro día entré en la tienda de Lucas y su hermana, Iberia Art, enfrente de Atarazanas, y se me iban los ojos detrás de tanto pincel de pelo bueno, acuarelas, papeles, pigmentos y tintas británicas o japonesas. Quién nos iba a decir que en la época de la escritura electrónica iba a haber un mercado tan grande de plumas estilográficas o que se iban a vender dispositivos electrónicos en los que escribir a mano sin distracciones. ¿Qué dirían nuestras tías, las que hacían esos camisones con cenefa de ganchillo y tira bordada, si vieran ahora que las mercerías no han desaparecido? Que ahora se venden muchas lanas y que Gloria, por ejemplo, está encantada con su tienda por la zona de Eugenio Gross, donde se imparten talleres de tejer. Pero todos estos trabajos manuales son aficiones, caprichos, maneras estupendas de pasar al rato, formas de hacer algo tangible a la vez que se ve -a medias- la última serie encontrada en una plataforma.

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Los verdaderos trabajos manuales tampoco desaparecen y están muy bien pagados. El ser humano, está estudiado, tiende al catastrofismo para sobrevivir: el sobredimensionar el miedo nos prepara y, por eso, somos más de dar malas noticias que buenas, aunque estemos llevando esta tendencia a un extremo muy cansino, porque la línea que separa al miedo que empuja a la acción o a la desesperanza es fina. Ahora tenemos encima todos los vaticinios funestos sobre la inteligencia artificial y los empleos que se van a liquidar, pero cualquier mirada un poco interesada por la realidad se percata de que hay miles de trabajos que no los puede reemplazar una red neuronal artificial. Sí, puede servir para redactar muy bien los contratos, pero no puede atender a millones de personas mayores, por ejemplo, que necesitan de cuidados al final de sus vidas. Les pueden pedir una canción a Alexa pero, si están frágiles, necesitarán que alguien les levante del sillón, que les cambie el pañal, que les lleve la cuchara a la boca.

Así que ahora me dedico a coleccionar empleos no amenazados por la inteligencia artificial. Las escuelas de Formación Profesional deberían hacer anuncios con ellos. El otro día, mientras iba por el paseo martítimo de Torremolinos, comencé la colección. Allí estaban unos treintañeros currando con la madera del revestimiento de un chiringuito a reformar. Hacen maravillas. El verano pasado pregunté a José María Torres, de las familias señeras de la hostelería de la zona, y me contó que hay una gente que trabaja impresionante en Coín, que le han decorado el nuevo chiringuito de Tikki en la playa. No les falta trabajo. A mis primeras personas de colección se les veía tan a gusto, al aire libre, con las lijas, ese olor a madera, ese pasar la mano por la superficie para comprobar la suavidad.

Tanto ordenador, tanto metaverso y resulta que tengo una amiga que es feliz aprendiendo a hacer encaje de bolillos con señoras de 80 años

A los pocos días, Juan, un albañil rumano muy perfeccionista, me contó que le habían ofrecido 400 euros por cambiar una bañera a plato de ducha en una casa de Marbella. Le habían llamado desesperados porque era difícil encontrar a alguien. En un reportaje sobre el precio de la vivienda, leí que las casas a reformar habían caído todavía más de precio porque, frente al atractivo de poder diseñar una vivienda al gusto de cada cual, estaba la dificultad de encontrar las cuadrillas de albañiles que lo realizaran. Que sí, que hay mil programas estupendos con los que jugar en pantalla, pero el azulejo no te lo colocan. También por entonces un amigo arquitecto me dijo que una promotora con hotel a la vista en el centro no conseguía contratar a un director de obra. A la vez, Insur, la promotora de Sevilla, al dar los buenos datos del ejercicio 2022 informaba de que se iban a volcar en investigar nuevas formas de construcción que redujeran la mano de obra, dada la escasez.

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Uno de estos días, en el Cercanías, un amigo le hablaba otro sobre un tercer conocido en común con admiración: «Javi lo vio claro. Hizo el módulo de refrigeración y aire acondicionado. Es un currante y le va fenomenal. Su mujer es enfermera, tienen una niña y no veas el ático bonito que tienen. De todos nosotros, es el que mejor se lo ha montado». No sé si el «todos nosotros» incluía a algún universitario.

En China también está pasando, en el 'Financial Times' venía un día de estos que el gobierno estaba diciendo a universitarios en paro que se arremangaran y se lanzaran a trabajos menos cualificados. Las juventudes del partido comunista habían hecho anuncios con chicos que habían optado por trabajos más manuales y les iba de escándalo.

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La tecnología ahí sí puede ayudar. Los oficios manuales son compatibles con escuchar algún podcast interesante de entrevistas, de divulgación de la historia o de la Física Cuántica. Se puede salir más culto. La inteligencia de haber optado por hacerse manitas se les presupone. Sigue habiendo muchos trabajos manuales que no están en la lista de los empleos en peligro de extinción por la inteligencia artificial. Los colecciono.

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