Los partidos políticos sólo ven a la Justicia con unos ojos, los de su control. Los jueces llevan décadas clamando en el desierto pidiendo medios ... para que sea más efectiva, para mejorar la calidad en sus investigaciones y para evitar su endémico retraso. Pero no hay manera. Llama la atención, por ejemplo, los medios tecnológicos que tiene la Agencia Tributaria para cazarnos a todos a golpe de un solo clic y sin embargo los juzgados y tribunales españoles siguen sin estar en la primera línea tecnológica. Lo que realmente importa es controlar al poder que tiene precisamente como mandato constitucional controlar al Ejecutivo y al Legislativo. El PSOE y el PP estaban a punto de perpetrar un nuevo pacto en este sentido. Tenían pactados ya los nombres. Ya se sabía la etiqueta que había que colocar a los nuevos miembros del Consejo General del Poder Judicial. Como se ha venido haciendo por cierto desde el año 1985, cuando el Gobierno de Felipe González cambió la ley que acabó de un plumazo con la elección de doce miembros por parte de los propios jueces. Es una pena que a los miembros de este órgano se les conozca más por sus adscripciones políticas que por sus trayectorias jurídicas. Pero es inevitable, porque en los currículums de más de uno sus méritos son haber sido el azote contra uno u otro partido o contra los propios jueces que han tumbado con sus resoluciones leyes con un determinado cariz ideológico que se alejaban de la legalidad vigente. Ese es el nivel que hay ahora. Y la culpa la tienen los propios partidos políticos, en concreto el PSOE y el PP, pues ambos son necesarios por el sistema de mayorías que se exige para estos nombramientos. Feijóo ha estado a punto de cometer un gran error pactando el nuevo intercambio de cromos y no lo ha hecho por razones puramente políticas, y eso es lo más triste. No puede pactar con Pedro Sánchez cuando éste tiene pactado con los partidos independentistas rebajar la pena de sedición, dando alas así a los golpistas catalanes a que lo vuelvan a hacer con la ventaja de que el castigo será sensiblemente menor. El líder del PSOE ha mostrado un desprecio hacia los jueces cuando indultó a los golpistas catalanes pese a la condena y pese al informe negativo que emitió el Supremo en contra de esta medida de gracia, que se llevó a cabo por razones estrictamente políticas. No es de extrañar que los ciudadanos sientan que hay una Justicia para unos y Justicia para otros, o sea, una Justicia que tiene la venda quitada. El presidente del Gobierno aduce que hay que equiparar este delito al derecho comparado europeo. Miente, porque en la mayoría de países de la Unión Europea el ataque contra el Estado se castiga con la misma pena o incluso con otras superiores. Llama la atención que Sánchez argumente esta equiparación (aunque sea falsa) y sin embargo no haga caso a Europa cuando el propio comisario de la Unión Europea ha afeado que España no tenga un sistema de elección de los magistrados del CGPJ como en la mayoría de los países de nuestro entorno. Es más, se tilda esta elección como una anomalía democrática, porque la independencia de este órgano constitucional está claramente cercenada. Para eso no se mira en el espejo europeo. Vaya por Dios.
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Feijóo ha evitado in extremis cometer su primer gran error garrafal desde que es líder del PP. Si efectivamente cree en la independencia judicial tiene que abogar de una manera real y efectiva por que sean los propios jueces los que nombren a los miembros del CGPJ. Ese es el espíritu de la Constitución, que establece que el Congreso y el Senado designen a ocho de los veinte miembros del CGPJ y que el resto se lleve a cabo como se establezca en una ley orgánica. Si los padres de la Constitución hubiesen querido que todos fueran nombrados por los políticos simplemente lo hubieran estipulado de esa manera en la Carta Magna. Pero no fue así, más que nada porque de esa manera es como se salvaguarda la independencia judicial. El PP siempre ha abogado por este modelo, pero cuando ha podido volver al sistema anterior, al de 1985, nunca lo ha hecho, guiado sin duda por controlar también al gobierno de los jueces. Esa es la realidad. Por eso Feijóo sólo tendrá credibilidad si se mantiene firme con este propósito y consigue por primera vez que su partido cumpla lo que predica en el ámbito judicial. Eso es lo que espera su electorado, que no entendería el mantra de que para centrarse tenga que caer en la trampa de Pedro Sánchez.
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